El amor de una madre traspasa incluso las rejas de una prisión, siendo las historias que se viven al interior del Centro Penitenciario de Ciudad Serdán, Puebla, un ejemplo de ello.
A dos horas y 140 kilómetros de la capital poblana, el reclusorio de Ciudad Serdán es el único que cuenta con población femenil en el estado, después de que en 2021 el gobierno, en ese entonces encabezado por Miguel Barbosa Huerta, tomó dicha decisión.
“Tengo ocho meses con dos semanas, ya estoy a días de dar a luz, sé que voy a tenerlo aquí”.
De esta manera es como Jessica se prepara para ser madre por segunda ocasión; sin embargo, ahora lo hará siendo una de las 580 mujeres que están privadas de su libertad en este centro de reclusión, operado por la Secretaría de Seguridad Pública del estado.

Cuidados excesivos para no perder al bebé
Jessica detalló que su primer embarazo fue de riesgo y en esta ocasión tuvo una amenaza de aborto al ser trasladada del penal de San Miguel, en la ciudad de Puebla, al reclusorio femenil, motivo por el cual tuvo que aumentar los cuidados para no perder a su bebé.
En ese contexto, reconoció que la maternidad es un reto enorme y el hecho de afrontar dicha responsabilidad sin gozar plenamente de su libertad le suma más dificultades.
“Ha sido complicado asimilar que estás embarazada, que estás en un penal, que no tienes a tu familia cerca, que si te pones mal no es que puedas avisarles y que vengan por ti, esa parte da miedo e inseguridad”, expresó.
Recién nacidos bajo encierro
Uno de los principales retos para la joven ha sido la distancia con su familia, ya que, si bien reconoció que ha recibido apoyo de parte de ellos, su condición legal impide que los pueda ver de manera frecuente.
Sin embargo, ha contado con el apoyo de las otras ocho mujeres que son madres y se encuentran al interior del penal —a quienes considera como familia— y han estado al pendiente de su embarazo para desarrollarse de buena manera.
Jessica aseguró que cuando su hijo nazca, su intención es quedarse con él en el centro penitenciario; aunque tiene la opción de entregarlo a su familia, ha descartado este último escenario.
“Va a ser todo un reto cuando nazca y yo lo tenga, porque mi decisión ha sido tenerlo aquí y criarlo mientras yo esté de estancia aquí. Espero irme muy pronto”, expresó.
La joven confió en que su situación legal pronto pueda resolverse, haciendo un llamado a las autoridades para que su caso sea atendido, pues todavía no hay fecha para una audiencia en donde sea absuelta o le dicten sentencia.
De esta manera, la poblana confesó que uno de sus anhelos es salir de prisión para reunirse con su otro hijo, quien desconoce que ella se encuentra recluida y esperando un segundo bebé.
“Tengo un hijo afuera, ya está algo grandecito, es una situación difícil y complicada porque aún no sabe que estoy embarazada, ni en dónde estoy”, expresó.
A dos semanas de convertirse en madre por segunda ocasión, Jessica planea un baby shower con el resto de las internas y con el apoyo de las autoridades penitenciarias.
Ya que su hijo será el noveno al interior del Centro Penitenciario de Ciudad Serdán, manteniendo con esta actividad la ilusión de ser mamá una vez más.

La esperanza detrás de los barrotes
Juguetes, peluches y pequeñas sillas multicolores contrastan con las rejas y los tonos blancos y azules que se encuentran en la mayor parte del penal; se trata de un área especial en donde las madres se encuentran con sus hijos.
Liliana Sánchez Rueda, directora del Centro Penitenciario de Ciudad Serdán, señaló que la presencia de los infantes implica una gran responsabilidad, por lo cual se ha habilitado este lugar específico para que ahí vivan con sus madres.
Destacó que el 8 de julio se inauguró el Centro de Desarrollo Infantil (Cendi), con lo cual se permitirá que los niños y niñas que se encuentran en la cárcel con sus mamás reciban el programa de educación inicial.
“Nos entregaron nuestra clave como centro de trabajo, ya somos un Cendi oficialmente dentro del centro penitenciario (...) los menores van a tener un certificado que les acredite que están recibiendo la educación inicial de forma oficial”, declaró.
Sánchez Rueda señaló que se busca que los infantes tengan un correcto desarrollo a pesar de estar al interior de un reclusorio.
Afirmó que, a lo largo del día, ellos reciben múltiples actividades que favorecen su educación, teniendo una programación especializada, además de acceso a actividades recreativas.
En la actualidad, el reclusorio femenil de la entidad poblana alberga a 580 mujeres, de las cuales ocho son madres y una más se encuentra embarazada.
Los registros del penal indican que son ocho los menores de edad quienes viven con sus mamás, tratándose de cuatro niños y la misma cantidad de niñas, cuyas edades van desde los cuatro meses hasta los dos años y ocho meses.
Según lo establecido en el artículo 36 de la Ley Nacional de Ejecución Penal, los infantes podrán vivir con sus madres privadas de su libertad hasta los tres años de edad.

“Mis hijas, mi motivación”
Se dice que una madre sale adelante de cualquier adversidad por sus hijos e hijas, siendo la historia de Susana un ejemplo de ello, ya que, pese a estar en prisión desde hace un año, concluyó sus estudios universitarios.
La joven, originaria de la región de Tehuacán, Puebla, compartió su historia con esta casa editorial, señalando que en 2018 fue víctima de un intento de feminicidio tras recibir 23 puñaladas, hecho presenciado por sus dos hijas.
Tras estar a punto de morir, Susana decidió retomar sus estudios, por lo que se inscribió en la Escuela Normal de Tehuacán, señalando que sus dos niñas fueron su principal motivación.
“Tengo dos pequeñas, ellas me motivaron a seguir estudiando, yo había dejado de estudiar aproximadamente 10 años, pasa esta situación de lesiones y sus maestras me decían ‘es que usted puede seguir estudiando’”, declaró.
En 2024, Susana fue vinculada a proceso junto con su madre Maura, uno de sus hermanos y un tío, después de que el hombre que seis años antes intentó asesinarla la acusó de secuestro.

Sin embargo, fue un engaño del agresor para no presentarse a una audiencia del proceso que ella tenía abierto en contra de él, según expresó la joven.
La detención se realizó a unos días de que ella presentara su examen profesional; sin embargo, dicha situación no fue impedimento para que concluyera sus estudios universitarios.
En julio, con el apoyo de las autoridades penitenciarias y su escuela, presentó el examen profesional al interior de la cárcel, obteniendo una mención honorífica.
La perseverancia y fortaleza de Susana no habrían sido las mismas sin Maura, su madre, quien también fue detenida y encarcelada por ser una presunta cómplice de su hija.
Aunque en un principio la ahora joven maestra se preocupó por estar ahí con su mamá, ahora reconoce que ha sido uno de sus pilares para salir adelante.
“Mamá en cualquier panorama, en cualquier circunstancia, mamá siempre nos va a levantar, en eso puedo englobar a mi mamá, pero ha sido muy difícil tenerla aquí”, manifestó.
Por su parte, Maura expresó un gran orgullo por su hija Susana, afirmando que nunca se ha dado por vencida a pesar de las adversidades que se han presentado a lo largo de su vida.
“Independientemente de que es mi hija, como mujer la admiro mucho, como madre también porque ha sido una chica que siempre ha estado al 100% para sus hijas”, dijo.
Bajo dicho escenario, expresó que su mayor anhelo es que ambas recuperen la libertad, además de su hijo y su hermano, para que, una vez que estén fuera de prisión, toda la familia pueda reunirse y recuperar el tiempo perdido.
Por ello, madre e hija pidieron a las autoridades un proceso legal apegado a la ley, donde puedan agilizar su caso, además de que no se olviden de todas aquellas mujeres que se encuentran en prisión y les den la justicia que merecen.
La historia de superación de Susana es uno de los casos que se busca replicar en el Centro Penitenciario de Ciudad Serdán y con ello cumplir con una correcta reinserción social.

Cereso, una oportunidad para la reinserción social
La directora del penal, Liliana Sánchez, señaló que en el lugar se cuenta con diferentes actividades para que las reclusas tengan un apoyo que les permita, cuando se incorporen a la sociedad, hacerlo de manera correcta.
De esta manera, indicó que se tiene una industria penitenciaria, en donde las mujeres realizan diferentes actividades como el pintado de figuras de talavera, armado de pinzas, artesanías, entre otras, hecho que también les permite generar ingresos para solventar sus gastos.
Asimismo, se cuenta con módulos en los que se les brinda estancia, tomando en cuenta si pertenecen a algún grupo vulnerable como lo son los adultos mayores e integrantes de la comunidad LGBT+.
“Todo esto va encaminado a que se dé una organización social y puedan lograr tener un mejor nivel de vida ahí afuera y tratar de quitar ese estigma de que por estar en un centro penitenciario no son capaces de estar ahí afuera conviviendo con la sociedad”, declaró.
Las historias de Jessica, Susana y Maura son un ejemplo de que el amor de una madre hacia sus hijos e hijas es incondicional y que ni siquiera los muros y las rejas pueden detenerlo.
RM