México enfrenta una crisis de violencia que no ha dejado exenta a la Iglesia católica. En las últimas décadas, numerosos sacerdotes han sido asesinados en distintos puntos del país, muchos de ellos en contextos marcados por la presencia del crimen organizado, la impunidad y la falta de protección a quienes trabajan en comunidades vulnerables.
El caso más reciente es el del sacerdote Bertoldo Pantaleón Estrada, encargado de la Parroquia de San Cristóbal de Mezcala, Guerrero, quien fue visto con vida por última vez el sábado 4 de octubre de 2025 y hallado muerto dos días después.
Se trata del segundo asesinato de un cura registrado durante la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, a casi un año del primer caso: el del Padre Marcelo Pérez Pérez en San Cristóbal de las Casas, Chipas.

Más de 80 sacerdotes asesinados en 30 años
De acuerdo con el reporte anual 2024: Violencia contra sacerdotes, religiosos e instituciones de la Iglesia católica en México, del Centro Católico Multimedial (CCM), entre 1994 y 2024 se registraron más de 80 asesinatos de clérigos en el país.
Acorde con los datos hechos públicos, durante la administración pasada, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), se contabilizaron 10.
"Como nunca en otro tiempo de la historia de México, la violencia ha alcanzado niveles preocupantes que azotan a todos los sectores sociales. De alguna u otra manera, hemos sido testigos o, peor aún, impactados por el horror de la violencia", se lee en el documento.
Otro dato aportado por el CCM son las entidades con mayor número de asesinatos de religiosos en las últimas tres décadas. A finales de 2024, el listado lo encabezaba Guerrero, con 11 casos. Le seguía Ciudad de México, con ocho; Michoacán y Chihuahua, con siete: y Jalisco y Estado de México, con seis.
¿Qué pasó con el sacerdote Bertoldo Pantaleón?
Poco después del reporte de desaparición del sacerdote Bertoldo Pantaleón Estrada, autoridades de Guerrero informaron la localización de su cuerpo sin vida en el municipio de Eduardo Neri. Al respecto, la Fiscalía General del Estado (FGE) abrió una carpeta de investigación por homicidio calificado.
El párroco, próximo a cumplir 59 años de edad el próximo 21 de octubre, fue visto por última vez en Mezcala, a aproximadamente 39 kilómetros de distancia de donde fue hallado.
El hecho fue confirmado por el obispo de Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González Hernández, quien pidió elevar oraciones en las diferentes comunidades parroquiales.
“Hago la más atenta petición a nuestras autoridades que nos ayuden a deslindar responsabilidades a los implicados en este lamentable suceso”, expresó mediante un comunicado.
Por su parte, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) pidió el esclarecimiento de los hechos a las autoridades.
“Constatamos con tristeza y dolor que hechos de violencia nuevamente enlutan nuestra comunidad Católica. Por ello, exigimos a las autoridades competentes del Estado y de la Federación una investigación pronta, exhaustiva y transparente que permita el esclarecimiento de este crimen y el justo castigo a los responsables”.
Los Obispos de México expresamos nuestro dolor por el hallazgo sin vida del Pbro. Bertoldo Pantaleón Estrada, párroco de San Cristóbal, Mezcala, en la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa.
— CEM (@IglesiaMexico) October 7, 2025
Constatamos con tristeza y dolor que hechos de violencia nuevamente enlutan nuestra comunidad… pic.twitter.com/wgFaTSGVK5
El asesinato más conocido de un religioso en México
A lo largo de los años, varios asesinatos de sacerdotes en México han generado conmoción nacional e incluso internacional. Más allá de las cifras, estos casos destacan por la brutalidad de los hechos, el perfil de las víctimas o el contexto en que ocurrieron.
El caso más emblemático en la historia del país es el del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, fallecido el 24 de mayo de 1993 en el estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Guadalajara, Jalisco.

Oficialmente, las autoridades afirmaron que el cardenal fue víctima de un fuego cruzado entre grupos del narcotráfico —los Arellano Félix y Joaquín 'El Chapo' Guzmán—. Sin embargo, la versión ha sido ampliamente cuestionada tanto por la Iglesia católica como por investigadores independientes, quienes sostienen que se trató de una ejecución directa.
El asesinato conmocionó profundamente a México. Como figura de alto rango en la Iglesia —arzobispo de Guadalajara y uno de los pocos cardenales del país en ese momento— su muerte fue vista como un ataque directo a la institución religiosa.

Otros asesinatos de sacerdotes ocurridos en México
Otro caso que fue informado por medios internacionales fue el asesinato del cura José Alfredo López Guillén, secuestrado en la comunidad de Janamuato, en el municipio de Puruándiro, Michoacán, el 19 de septiembre de 2016.
Su desaparición fue reportada por la arquidiócesis de Morelia días después, generando preocupación en la comunidad católica y la sociedad civil. Fue encontrado cinco días más tarde con signos de violencia y heridas de bala, a unos kilómetros de donde fue visto por última vez.
El caso generó especial atención porque coincidió con el asesinato de los jóvenes sacerdotes Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Suárez de la Cruz, en Papantla, Veracruz, ocurrido apenas una semana antes, el 18 de septiembre de 2016. Ambos religiosos fueron privados de su libertad y posteriormente hallados sin vida, con señales de tortura.
Meses más tarde, el asesinato del Padre José Miguel Machorro volvió a generar indignación y conmoción en la comunidad religiosa del país.
Los hechos ocurrieron el 15 de mayo de 2017 en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, cuando el religioso ofrecía misa. Durante la comunión, un hombre lo apuñaló en el cuello con un arma blanca.

El atacante fue detenido en el lugar por feligreses y elementos de seguridad. Aunque en un principio se manejaron distintas hipótesis, las autoridades determinaron que el agresor padecía trastornos mentales, por lo que fue declarado inimputable.
El padre Machorro permaneció hospitalizado durante varias semanas a causa de las graves heridas. A pesar de algunos signos de mejoría inicial, su estado se agravó con el tiempo y falleció el 3 de agosto de 2017.
Su muerte causó una nueva ola de indignación, no solo por lo violento del ataque, sino porque ocurrió en uno de los recintos religiosos más importantes del país y durante una misa pública, lo que evidenció la vulnerabilidad de los ministros de culto incluso en espacios considerados seguros.
Los crímenes de Cerocahui, Chihuahua y San Cristóbal de las Casas, Chiapas
Uno de los episodios más dolorosos y recientes para la Iglesia ocurrió en Cerocahui, Chihuahua, el 20 de junio de 2022, cuando los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar fueron asesinados dentro de un templo por un presunto miembro del crimen organizado.
Ambos sacerdotes intentaron proteger a un guía de turistas que huía de su agresor y había buscado refugio en la iglesia. Los tres fueron asesinados a sangre fría y sus cuerpos fueron sustraídos del lugar, lo que agravó aún más la indignación pública.
Este crimen ocurrió en la sierra Tarahumara, una región históricamente marginada, donde la Compañía de Jesús tiene presencia desde hace décadas realizando trabajo pastoral y comunitario con pueblos indígenas rarámuri.
A pesar de la presión mediática, las investigaciones avanzaron lentamente. El principal sospechoso, José Noriel Portillo Gil, alias 'El Chueco', líder criminal en la región, fue hallado muerto en marzo de 2023, lo que cerró formalmente el caso sin mayores avances sobre redes de protección o complicidad.

Otro de los episodios recientes de violencia contra religiosos es el del sacerdote Marcelo Pérez Pérez, de origen tzotzil y ampliamente reconocido por su labor pastoral, quien fue asesinado a las afueras de su parroquia tras celebrar una misa vespertina. Los hechos ocurrieron el 19 de octubre de 2024 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
El padre Marcelo era un defensor activo de los derechos de los pueblos indígenas y había sido mediador en conflictos comunitarios en la región de Los Altos de Chiapas. También había denunciado la presencia de grupos armados y la violencia creciente en zonas indígenas, lo que lo colocó en una posición vulnerable.
Su muerte generó manifestaciones locales y una profunda tristeza entre las comunidades que atendía.
RMV.