Negocios

Gobierno corporativo: blindaje en tiempos de crisis ambiental y social

La minería mexicana vive un momento en el que operar ya no depende solo de capital, sino de credibilidad. En el terreno —no en los manuales— es donde se siente la presión: inversionistas que no liberan recursos sin métricas ESG sólidas, autoridades que elevan el rigor normativo y comunidades que exigen participar en las decisiones que transforman su entorno.

Para quien dirige una operación minera, este es el nuevo punto de partida: el gobierno corporativo no es un discurso, es el mecanismo que sostiene la continuidad del negocio y define qué proyectos avanzan y cuáles se frenan. Es una oportunidad para el sector de fortalecer su competitividad y garantizar su permanencia en el largo plazo.

Además de un marco normativo, el gobierno corporativo es —en la práctica— el puente que conecta las decisiones del consejo con la realidad. Es el mecanismo que evita que las discusiones estratégicas se queden en presentaciones y garantiza que los criterios aprobados arriba se ejecuten abajo con disciplina, evidencia y responsabilidad. Sin esa alineación, cualquier plan se vuelve frágil: la cadena se rompe justo donde la operación debería sostener a la empresa.

Necesario ir más allá del cumplimiento

Durante años, la conversación sobre gobierno corporativo se centró en cumplir con la regulación. Hoy, eso ya no es suficiente. Las empresas que buscan atraer inversión y fortalecer su licencia social para operar deben ir más allá de los mínimos legales y adoptar estándares internacionales de gobernanza, auditoría y participación.

He visto de cerca cómo las decisiones tomadas sin información completa terminan en paros operativos que se prolongan más de lo previsto, en tensiones comunitarias que escalan rápido y en pérdidas financieras que pudieron evitarse con un consejo mejor preparado. Esa experiencia me confirmó algo esencial: una gobernanza sólida no solo ordena la operación, funciona como un sistema de anticipación que protege el valor de la empresa antes de que los riesgos se materialicen.

La evidencia lo confirma. McKinsey & Company documenta que mejorar el desempeño ESG puede elevar hasta en 25% el rendimiento anual frente al promedio de la industria. Ese diferencial no es un premio reputacional: es la consecuencia directa de operar con criterios claros, auditorías robustas y procesos que resisten escrutinio.

Por eso, adoptar estándares internacionales de gobernanza no es una meta aspiracional, sino una condición operativa para reducir riesgos, sostener continuidad y fortalecer la competitividad de la empresa.

Las mineras que lo hacen bien no esperan a que llegue una crisis para reaccionar; cuentan con comités de sostenibilidad, protocolos de respuesta y reportes trimestrales de impacto que las mantienen un paso adelante. Esto no solo previene conflictos, sino que genera un activo de gran valor: confianza.

¿Pero cómo implementar un gobierno corporativo robusto y adaptado a la realidad minera? Aquí algunas recomendaciones:

  1. Profesionalizar el consejo de administración: Integrar consejeros independientes con experiencia en sostenibilidad, gestión de riesgos y asuntos comunitarios enriquece la toma de decisiones.
  2. Adoptar indicadores ESG auditables: No basta con reportar buenas intenciones. Definir métricas claras de emisiones, uso de agua, seguridad y desarrollo comunitario —y someterlas a verificación independiente— da credibilidad ante inversionistas y autoridades.
  3. Crear comités de riesgos y sostenibilidad: Estos comités deben reunirse de forma periódica para evaluar riesgos ambientales, sociales y de cumplimiento. Identificar problemas potenciales de manera temprana puede evitar incidentes que detengan operaciones y dañen la reputación.
  4. Implementar mecanismos de participación comunitaria: El diálogo con comunidades debe ser continuo, no solo en etapa de negociación de proyectos. Mesas de trabajo, consultas informadas y reportes accesibles fortalecen la relación y reducen la conflictividad.
  5. Capacitar a todos los niveles de la organización: Un gobierno corporativo fuerte no se limita al consejo; debe permear a mandos medios y operativos.

México puede liderar esta transformación

México parte de una ventaja que muchos países desearían: reservas estratégicas, talento técnico altamente capacitado y una industria que ha aprendido —a veces a costo alto— a operar en contextos complejos. El siguiente paso es convertirnos en referente de gobernanza en la región. Adoptar prácticas sólidas no solo hará más rentables las operaciones; posicionará al país como un hub minero confiable para la inversión internacional y para cadenas de suministro que ya no negocian el cumplimiento de estándares globales.

Fortalecer el gobierno corporativo es la estrategia que asegura que la minería siga siendo motor económico, que genere empleos de calidad y que cree valor social y ambiental de forma sostenida.

Si el sector asume esta oportunidad con rigor, no solo responderá a las exigencias del presente: construirá la reputación, la resiliencia y la legitimidad que definirán su competitividad en las próximas décadas.


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Zulma Herrera
  • Zulma Herrera
  • CEO de minera Mynotauro Co.
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