La pobreza es un fenómeno multidimensional y multifactorial. Generalmente se asocia con la incapacidad de acceder a bienes y servicios debido a la limitación de los recursos económicos, pero es más que eso.
Es multidimensional porque impacta en varios ámbitos de la vida social.
Ser pobre es sinónimo de no tener buena nutrición y salud, vivienda digna o educación de calidad, lo que impide acceder a trabajos bien remunerados.
Esta pobreza individual afecta a la sociedad en diversas formas: talento desperdiciado —mayor criminalidad—, discriminación, desplazamiento humano y muchos otros problemas sociales.
Es multifactorial porque se relaciona con diversas causas: un modelo económico que exacerba la inequitativa distribución de la riqueza, una gestión gubernamental ineficaz, una educación de mala calidad que no garantiza la movilidad social y económica de las personas o el modelo patriarcal, que limita el desarrollo de las mujeres en distintas esferas económicas y sociales.
El concepto de pobreza de tiempo hace referencia a la incapacidad de las personas —especialmente de las mujeres— quienes no desarrollan sus capacidades individuales cuando se dedican especialmente a las labores del hogar sin remuneración alguna.
Se refiere a esa limitación de dedicar momentos al descanso, al entretenimiento o al crecimiento personal y profesional.
Como dato, en la primera Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados realizada recientemente por el INEGI se supo que en México 3 de cada 4 personas cuidadoras son mujeres.
Y las proyecciones apuntan a que nuestro país logrará una participación paritaria en altos puestos hasta 2052.
Si bien el panorama no es alentador, es necesario que como mujeres hagamos conciencia en qué medida nuestro tiempo se va empobreciendo, y revertir esta tendencia con el reconocimiento de nuestras capacidades y talentos, y, por ende, de nuestra valía.
No esperemos a que el sistema patriarcal confirme que todas las mujeres somos merecedoras de la realización plena de nuestras facultades.
El cuidado del hogar y de los hijos debe asumirse como un compromiso compartido.
zaide.seanez@iberotorreon.mx