Cultura

¿Dónde quedó la basura?

El de la voz se esconde cerca del tiradero. "Estoy aquí en la unidad Lomas de Sotelo, andamos aquí cazando a los vecinos que tiran las bolsas de basura. Por aquí me avisan que ya viene uno, vamos a sorprenderlo", informa a su nutrido teleauditorio. Una vez que aparece la primera infractora —una mujer que trae a un niño de la mano— y deja caer las bolsas llenas de desperdicio, el sujeto se lanza a interceptarla. "Señora, por favor, recoja la bolsa de basura que...", la aborda, la sujeta y cambia el tono, nada más intenta ella quitárselo de encima: "¡No, no, no, no! ¡Recoja la bolsa! ¡Recoge la bolsa!", ordena, ya alterado, el de la voz, a lo cual la mujer le grita, furibunda de súbito, "¡no me toques!".

No sabemos si la mujer puede advertir que está siendo filmada, aunque seguramente ignora que la escena se transmite en vivo por internet, a través de Periscope, y tampoco imagina que los televidentes opinan sobre el tema en tiempo real, de modo que su imagen es permanentemente enriquecida por pequeños globitos con burlas e invectivas de toda clase. "Aquí somos autoridad", proclama el de la voz, resuelto a intimidar a la infractora, que como es natural está haciendo un berrinche inenarrable y amaga con "patearle los huevos" a su cazador, si es que se los encuentra. "jajaja puerca", sentencia ya un anónimo fiscal y otros más se le unen, sedientos de jolgorio: "cochinona", "pinchi puerca", "vieja cochina grosera e ignorante", "llevensela", "esto es mejor que en familia con chabelo" (sic).

"¿Quiere usted que le inicie un procedimiento penal?", amenaza, sobrado, el de la voz, y como la mujer insiste en rebelarse, el asunto termina de pasar a mayores. La van a remitir a la delegación. Ahora, por más que ruegue, ni obedeciendo se la van a pasar. "Ya le di oportunidad", insiste el de la voz, que al fin la ve quebrarse y suplicar clemencia. Mientras tanto, la jauría de anónimos se agasaja y ensaña: "que fea vieja", "cerdulera", "ahora a llorar", "quisiera que la tocaran", "asi tendrá su casa", "llevensela al juez cívico para que el niño vea que su mamá es una cerda" (sic).

La gran noticia, al fin, es que esto sea noticia. La mujer, nos informan, fue trasladada a la delegación, donde pagó una multa de sesenta y nueve pesos. Para entonces, no obstante, ya era celebridad. Apodada al instante en las redes sociales como Lady Basura, seguirá siendo objeto en los días subsiguientes de un linchamiento público instigado nada menos que por la autoridad. ¿Será que los usuarios de la red social que la han insultado en vivo hasta el hartazgo (el nuestro, pues; ellos jamás se cansan) son en la vida real personas intachables? ¿Estarán orgullosos de sus comentarios, una vez que el video se ha hecho viral y miles o millones los hemos leído? ¿Por qué será que en los últimos tiempos hay más ladies que gentlemen entre los linchados? ¿No será que es más fácil sacarlas de quicio sin llevarse un madrazo consecuente?

El de la voz se llama Arne Aus den Ruthen y ocupa el puesto de "City Manager" en la delegación Miguel Hidalgo, de la que alguna vez fue jefe máximo. ¿Qué hace el señor gerente "cazando" desaseados? Quiero pensar que el suyo es un cargo importante, amén de rimbombante. ¿No será que le gusta el espectáculo, y más que eso la promoción personal? ¿Se siente muy valiente, agrediendo y sacando de sus casillas a una infractora menor para exhibirla frente a medio mundo? ¿Se mira poderoso, gallardo ante el espejo? ¿Repite con orgullo el nombre del operativo: "Vecino Cochino"? ¿Sueña con un estado policiaco, donde "civilizar" es sinónimo de "estigmatizar"?

Sesenta y nueve pesos es una suma más que razonable —muy benigna, tal vez, para ser eficaz— pero una exhibición como la que ha sufrido la mujer abusada por el City Manager es imposible de cuantificar. ¿Cuánto pagaría yo por no ser exhibido ante la multitud en mis cinco minutos de descontrol? ¿Cuánto por evitar que los insultos de una horda de cobardes, hipócritas y estúpidos hicieran bufonesca compañía a mi rostro colérico y descompuesto? ¿Cuánto porque el niñito que me acompaña no sea en adelante ridiculizado por sus compañeros de escuela? ¿Cuánto por no quedarme sin trabajo? No sé la cantidad, pero seguramente daría cuanto pudiera por evitarme tamaña ignominia.

Entrados en metáforas porcinas, me da por preguntarme qué le parecería al señorito Aus den Ruthen que nosotros, los ciudadanos sin autoridad, echáramos a andar el operativo "Cerdo Burócrata". Es lo mismo, ¿verdad? Ponemos una cámara en la oficina de cada servidor público, otra en su coche y otra más en su casa. ¿Encontrarían justo y ejemplar ser estigmatizados a la primera falla, al primer corajito, o al enésimo abuso de autoridad? Ahora imaginemos otros operativos similares: "Morrita Zorrita". "Pariente Caliente". "Mariposón de Camión".

Sería ingenuo esperar que quien no tiene empacho en hacer gala pública de autoritarismo, sevicia y cobardía realice algún examen de conciencia. Sería lógico, en cambio, esperar su renuncia. O como dice el clásico de quien el "City Manager" es émulo notable: You're fired!

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Xavier Velasco
  • Xavier Velasco
  • Narrador, cronista, ensayista y guionista. Realizó estudios de Literatura y de Ciencias Políticas, en la Universidad Iberoamericana. Premio Alfaguara de Novela 2003 por Diablo guardián. / Escribe todos los sábados su columna Pronóstico del Clímax.
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