Ayer estuvo Lorenzo Córdova en Nuevo León.
No era difícil de pronosticar que en sus declaraciones estuviera como tema principal y pregunta obligada la reforma electoral propuesta por el Ejecutivo federal.
El consejero presidente del INE lo pone en una frase contundente y sin matices: “la reforma electoral no es necesaria”. Contundente sí, pero no lapidaria.
En concreto en lo que no miente es que con reforma o sin ella puede haber elecciones en 2024. Su argumento es que en 2021 el INE junto con los Oples, como la Comisión Estatal Electoral de NL, organizaron la mejor elección de la historia desde el punto de vista técnico.
Y remata con algo obvio: “En caso de que se dé una reforma, debe mejorar el sistema y no ser un retroceso”.
En medio de lo que llama la “crispación del debate público”, Córdova no menciona datos que han incomodado a la clase política del país, que les provocan temor, entre ellos el que reduciría su campo de acción en cuanto a espacios y recursos.
Bien dicen que “el diablo está en los detalles”. Por ejemplo, la propuesta de reforma plantea menos diputados locales, federales e incluso senadores. En Nuevo León, por ejemplo, el Congreso tiene 42 diputados locales y en la reforma se contemplan solo 24. También contempla la reducción de regidores.
El financiamiento de los partidos en sus actividades ordinarias es por sí mismo un debate. Plantea financiamiento solo en años electorales.
Otro tema a debate es la desaparición de los Oples, y abatir lo que consideran es una excesiva cantidad de tribunales electorales locales. Sobre la base de que todo lo termina resolviendo la sala superior.
La lista de temas como éstos es larga, lo que evidencia que más que denostar la propuesta, es tiempo de abrir el debate, no temer a ponerlo sobre la mesa.
Lo deseable es llegar a las mejores decisiones, no temer a las propuestas.
El debate enriquece, lo contrario no.
Veremos.
Víctor Martínez
