Hoy 21 de marzo será inaugurado el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en Santa Lucía, una de las obras insignes del Gobierno Federal, lo hará a través del arribo de vuelos nacionales de bajo costo, presentándolo como un milagro de la ingeniería, como una solución al tráfico aéreo, un logro del pueblo y un gran polo de atracción de recursos.
En todos los rubros anteriores el gobierno falla, primero porque una inauguración con vuelos comerciales nacionales de bajo costo no tiene mérito alguno, ya que la mayoría de los aeropuertos internacionales al momento de abrir tienen comprometidos vuelos internacionales y este cuenta sólo con cuatro aerolíneas, tres de ellas mexicanas, con dos destinos cada una y una internacional Conviasa que vuela a Caracas.
Bajo esa lógica el Aeropuerto de Torreón en estos momentos se encontraría mejor conectado, porque tiene vuelos a más destinos, incluido el internacional a Dallas a través de American Airlines.
Tampoco es un milagro de la ingeniería, ni fue hecho en tiempo récord, basta ver los aeropuertos en Asia que se construyen en menos de un año y de mayor tamaño, ni es un aeropuerto impresionante, es cumplidor y a primera vista se ve funcional, pero es una obra que tienen ciudades de tamaño medio en América Latina, por ende, difícilmente las grandes aerolíneas que operan en la región van a cambiar los puntos de conexión como Dallas, Houston, Atlanta o Panamá por México a partir de esta obra.
Lo que realmente sorprende es la apología en torno al aeropuerto, por ejemplo, encargaron con recursos públicos la elaboración de un documental llamado una Obra del Pueblo, que realizó Argos la productora de Epigmenio Ibarra, en donde durante hora y media se habla maravillas del aeropuerto y paradójicamente quienes más salen a cuadro son la élite de este país, el Presidente y el Secretario de la Defensa, mientras que el pueblo ocupa el papel secundario de trabajadores, como si un aeropuerto pudiera prescindir de la mano de obra para su construcción.
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