El vigente Cabildo de Tampico es un claro reflejo del terrible folklore que se convirtieron los cuerpos edilicios en México, encargados de analizar, cuestionar, razonar y promover las acciones de un Ayuntamiento a iniciativa de su alcalde, sin importar la afiliación partidista.
Dicho grupo de regidores de muy poco rendimiento, pero con sueldos buenos (ganan al mes casi 10 veces el salario mínimo de un tamaulipeco promedio), se ha caracterizado por la división de opiniones, celos personales, confrontaciones abiertas y tras bambalinas, pero eso sí, un exagerado protagonismo y un bluff evidenciado en redes sociales.
Y dentro de las disputas, ayer el respeto y la falta de sensibilidad quedó rebasada. Provino de la queja presentada por Carmen Díaz, doctora de profesión y edil del PAN, pues no hizo eco la petición de una asociación civil llamada “Ciudadanos A39”, conformada por varios allegados a la ex titular de la Jurisdicción Sanitaria 2 en tiempos del Cabecismo.
El asunto subió de tono al explicar el proceso, nombrar a quienes se les solicitó signar el documento y se negaron. Uno de ellos, puntualizó, fue “un regidor de nombre Lorena”.
La aseveración fue hacia Lorena Ortiz Ramírez, integrante de la comunidad LGTB y quien ha pedido ser identificada como mujer Trans. Apenas su contraparte terminó de dar los argumentos y se defendió: le pidió educación y respeto, la señaló de ejercer la violencia política de género, agregándole burlas a sus asistentes que también forman parte de dicha comunidad.
Esto sucede precisamente en tiempos muy sensibles, donde las minorías logran bajo el respaldo de los derechos humanos un lugar ante la sociedad civil y formar parte de los protocolos de convivencia. Habrá quienes no estén de acuerdo, pero aquí cabe muy bien la famosa frase que plasmó en su tiempo Benito Juárez, que todos nos sabemos.
Lo cierto, Carmen Díaz es un claro ejemplo por el cual el pueblo lamenta ir a votar o, de plano, se abstiene. Busca más la figura de forma burda, sin documentarse. Incluso, se supo, mostró su ignorancia al exigir información en la Oficina de Transparencia cuando ni siquiera se han vencido los plazos o mete solicitudes con errores.
En esa fracción panista en la comuna porteña falta orden, aunque no es el último caso. Miguel Ángel Valdez, secretario de Educación estatal, lleva 3 desencuentros con los medios por el miedo de contestar preguntas incómodas. ¿Y dónde está su equipo de Comunicación Social para respaldarlo?