Cultura

Inconcluso

Wittgenstein escribió Sobre la certeza durante la última época de su vida, y los incisos 300 a 676 —que varios estudiosos consideran la parte más lúcida de su obra— dos meses antes su muerte, el 29 de abril de 1951, a los 62 años. No es un libro terminado, pero tampoco una serie de fragmentos inconexos. Hay una especie de trama. En el inciso 430 Wittgenstein se encuentra con un marciano: “me pregunta cuántos dedos del pie tenemos los seres humanos. Le respondo: ‘diez. Te voy a mostrar,’ y me descalzo”. Le explica al marciano que a los seres humanos no nos hace falta estarnos viendo los pies para saber cuántos dedos tenemos. Por desgracia, no describe al marciano ni aclara dónde se topó con él ni en qué idioma hablan: ¿inglés o alemán? Da por hecho que la comunicación es posible pues de otro modo su ejemplo no funcionaría. En el inciso 450 establece una regla: “Una duda que ponga todo en duda ya no sería una duda”. En el inciso 459 cuenta de un marchante que, sin motivo alguno, insiste en examinar cada una de sus manzanas para sentirse tranquilo. “¿Por qué no le parecerá necesario entonces examinar el examen mismo?” Quizá porque sus actos carecen de lógica; quizá porque es un marchante obsesivo, olvidadizo, paranoico que, al salir de su casa en la mañana, contempla las manzanas en su caja y las ve rojas y brillantes, pero al llegar a su puesto le urge averiguar si siguen iguales o si alguna entidad invisible las habrá alterado y están ahora podridas, manchadas, abolladas. El marchante está seguro de que siempre puede ocurrir algo inesperado y prefiere apaciguar sus temores. En el inciso 354 Wittgenstein comenta: “Comportamientos dubitativos y no dubitativos. No existe el primero sin que exista antes el segundo”. La cabeza de cada quien arma sus propias teorías acerca de la realidad y las concibe como certidumbres: que nada sea cierto puede ser una de ellas, inaceptable al menos que se incluya a sí misma.

Los juegos de lenguaje dependen de certezas primarias: “las palabras y los objetos se reconocen. Aprendemos que esto es una silla de forma tan inexorable como 2 X 2=4”. ¿Serán equivalentes? Las patas de la silla real —no su idea— pueden romperse o la base desfondarse repentinamente. En cambio, ningún contexto, ningún diseño modifica el resultado de una multiplicación. Según Wittgenstein es difícil hallar el comienzo o, más bien, comenzar desde el principio sin continuar retrocediendo. En el inciso 467 está sentado en un jardín con un filósofo: “que repite y repite ‘sé que eso es un árbol’ y señala el árbol cerca de nosotros. En ese momento se aproxima una tercera persona, nos oye y le digo: ‘este hombre no es un loco: sólo estamos filosofando’”. El marciano no vuelve a aparecer. Lo imagino translúcido, su cuerpo rígido, el torso largo, las manos únicamente con pulgares y dedos índices. La lluvia en el sueño de la frase que apuntó Wittgenstein antes de perder la conciencia no tiene vínculo con el ruido de la lluvia que cae afuera.

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Tedi López Mills
  • Tedi López Mills
  • Ha publicado numerosos libros de poesía, además de cuatro volúmenes de prosa.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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