Cultura

Repaso

Los datos, a diferencia de las opiniones, no caducan. El problema es cómo exponerlos. Lo ideal sería que parecieran un descubrimiento propio, algo sabido desde siempre, y no meros apuntes, como los que presento ahora acerca de David Markson que nació en Albany, Nueva York, en 1927 de padre periodista y madre profesora, e hizo su tesis de maestría en la Universidad de Columbia sobre Malcolm Lowry. Escribió varias novelas policiacas con un detective al frente, Harry Fannin, y un “western”, que se convirtió en película, estelarizada por Frank Sinatra: Dirty Mingus Magee. Estuvo en México de 1958 a 1961: “porque es más barato y para seguirle la pista a Lowry.” Su libro de esa época, Going Down, se publicó en 1970 y las frases iniciales dicen: “Acepta la ilusión. Noche. México. La quietud inmensa, dominante de un pueblo en los cerros del Mictlán…” Murió en 2010, a los 82 años, en su departamento de Greenwich Village. El obituario del New York Times lo describe como un autor posmoderno, experimental, “escritor de escritores” y hasta la fecha, supongo, de pocos –aunque fervorosos– lectores.

Su obra más célebre, La amante de Wittgenstein, fue rechazada 54 veces. Tuvo suerte por fin la quincuagésima quinta vez cuando Dalkey Archive Press accedió a publicarla en 1988. Yo la leí en 2013 mientras reconstruía el diario de un percance neurológico. Los párrafos son muy breves y los escribe Kate, última habitante de la Tierra que vive en una de tantas casas abandonadas en la costa de Long Island. “Bueno, ya es mañana pues vi un atardecer y dormí una noche entera desde que comencé a mecanografiar estas hojas. Que empecé ayer”. No se acuerda de cuántos años tiene: quizá 47, quizá 50. Es pintora. En algún momento estuvo loca y leyó múltiples libros e hizo múltiples viajes. Los recuerda con el desorden y la prisa de alguien que está perdiendo la memoria. Mezcla lo que sabe con lo que imagina. Las coordenadas geográficas trazan líneas arbitrarias: de Cuernavaca al Coliseo romano a Atenas, pasando por Troya –hoy Hisarlik– que resulta ser un sitio pequeño, decepcionante: “apenas más grande que una cuadra cualquiera en una ciudad ordinaria.” Confunde el nombre de su hijo muerto –enterrado en Oaxaca– con el de su esposo. Se aloja en museos –el Louvre, el Tate, la National Gallery– y quema cuadros para mantenerse caliente durante los inviernos. Enciende fogatas en la playa cuando oscurece y orina en las dunas. A menudo oye en su cabeza la Rapsodia para alto de Brahms. Dos de las cinco puertas cerradas de la casa que ocupa están arriba, lo cual significa que las otras tres deben estar abajo. Los números nunca fallan.

Según David Foster Wallace, Kate habita el mundo “tractaturizado” de Wittgenstein, a quien ella menciona, y sólo incidentalmente, en once de las 240 páginas de la novela. Su nombre en el título es homenaje a un procedimiento: la lógica interna de una proposición, de un caso, será infranqueable si uno se cuida de que no exista la lógica externa.


AQ

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Tedi López Mills
  • Tedi López Mills
  • Ha publicado numerosos libros de poesía, además de cuatro volúmenes de prosa.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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