Cultura

Capítulo 10

Siempre hay alguien más. De otro modo se perderían los testimonios y yo no podría registrar la historia. En esta ocasión las rimas serán proporcionales a los hechos. En la habitación del hotel Marina le pregunta a Manuel “¿qué tipo de mujeres prefieres?” y ningún rasgo, salvo el general del sexo, coincide con alguno de la propia Marina. Dos lágrimas mojan la almohada. Las rodillas de Manuel son angulosas y huesudas; el torso de Marina es pequeño y delgado: ella se cubre con la sábana para ocultarlo. Manuel no la acaricia: la toca, y Marina agradece la rapidez, la confianza. Se enamora cuando Manuel silba perfectamente “In My Life” de los Beatles y le confiesa que nunca la cantaría “porque en mi inglés abundan las fallas fonéticas”. Está trabajando en un relato sobre un hombre que se despierta en el desierto (“no en medio de, pues no hay circunferencia”). Su propósito es que los verbos se conjuguen todos en futuro; quizás algunos en antefuturo, para darle un matiz demencial, pretérito, a la atmósfera. Manuel define ese tiempo: “el atributo es anterior a una cosa que, respecto del momento en que se discurre, es posterior” y recita unos cuantos ejemplos: “los ojos se habrán abierto, los dedos se habrán atorado, los pies se habrán hundido, la boca habrá gritado”. Ofrece leerle el relato a Marina en uno de sus próximos encuentros. Yo me asomo. Deben aprovecharse al máximo las ventajas que brinda esta nueva temporada en el limbo. Muchas gracias por venir, me dirán mis anfitriones. Muchas gracias por escucharnos con tanta delicadeza. Noto que la vanidad de mi amiga es más intensa que su bondad. Espero con ansias lo que sigue. Según me indica un lector sagaz, los cuatro personajes de La novela inconclusa “empiezan a desdibujarse. ¡Cuidado! Los estás dejando en el aire”. Tendré que explorar otras vertientes o asignarles actividades. ¿Pero cuáles? Antúnez es un viejo recluso (acaso va al tianguis los lunes o al súper los jueves por la tarde) y Magdalena vive aislada en una casa enorme entre Francisco Sosa y La Conchita, herencia de su padre y “del padre de su padre ad infinitum”. En la carpeta hay un croquis de las calles de esa zona de Coyoacán y puntos rojos donde sería posible situar la casa sin incurrir en errores. Durante su primera visita Marina cuenta los gatos: ocho rodean el sillón de Magdalena; en la segunda ya no se toma la molestia porque “tantos equivalen a los mismos”. Mi amiga me pregunta si estoy escribiendo poemas. Ayer leí uno de Jorie Graham acerca de un narciso cuyo tallo se rompe a fuerza de resistir. “Soy cautelosa, esto es gran amor”: al desprenderse el polvo de la flor tal vez adopte la forma de sus alas amarillas. No conozco las causas del libre albedrío, pero han de existir en alguna parte. Manuel habla con soltura porque sabe que Marina no lo interrumpirá: “eres deliciosamente callada”. El doctor me da su diagnóstico: “agotamiento del alma”. El síntoma principal es visión borrosa, en términos figurativos, claro.

Google news logo
Síguenos en
Tedi López Mills
  • Tedi López Mills
  • Ha publicado numerosos libros de poesía, además de cuatro volúmenes de prosa.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.