Sociedad

La interrupción legal del embarazo y el feto ingeniero

En plena efervescencia de las campañas electorales, ninguna propuesta presidencial se ha pronunciado abiertamente en favor del derecho de las mujeres a decidir sobre nuestros propios cuerpos. Está claro que no es tema de la agenda.

Este 24 de abril, la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en la capital del país cumple once años de salvar las vidas y garantizar los derechos humanos de las mexicanas, como una característica de las sociedades más progresistas del planeta.

Hoy se puede probar con datos duros que, contrario a lo que dicen las asociaciones anti-derechos, quienes más interrumpen su embarazo no son las “pubertas alocadas que buscaban seguir con su vida indecente”, sino las mujeres de 18 a 34 años, que ya cuentan con otros hijos y que poseen un nivel de estudios de entre la preparatoria y la universidad.

Otro mito roto fue el de pensar que las mujeres que abortan lo ven como algo sencillo y que seguramente lo volverán a hacer cuando de nueva cuenta queden embarazadas, pero las estadísticas arrojan sólo un dos por ciento de reincidencia. Además, de todas las mujeres que han hecho uso de la ILE en la CDMX en estos años, el 75.6 por ciento, son católicas.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en todo el mundo 47 millones de mujeres mueren cada año a causa de abortos inseguros y ello sucede en países de legalidad restringida. Además, el 13 por ciento de todas las muertes maternas vienen de abortos provocados o clandestinos.

Al respecto, la organización “Marie Stops México” señala que los abortos inseguros ocurren de manera abrumadora en las regiones en desarrollo, en donde se concentran los países que restringen fuertemente el aborto. Pero aun donde el aborto es ampliamente legal en términos generales, la provisión inadecuada de servicios asequibles puede limitar el acceso a servicios seguros. Además, el estigma persistente puede afectar la voluntad de los proveedores para ofrecer servicios de aborto y puede conducir a que las mujeres den prioridad a la clandestinidad por encima de la seguridad.

“El obligar a una mujer a continuar un embarazo no deseado es una tortura” declara Alfonso Carrera Riva Palacio, Director Médico de Marie Stopes México, “debemos ser capaces de respetar los derechos y decisiones de todas las mujeres mexicanas y poder ofrecerles los más altos estándares de calidad, sin emitir juicio alguno. México debe terminar con la desigualdad que existe en el país, donde las mujeres que viven en la CDMX o las que tienen recursos son las que pueden acceder a un aborto seguro, mientras que las mujeres que menos recursos tienen, las que desconocen sus derechos, las que viven marginadas son las que más están en riesgo”.

Por su parte y en el marco del décimo primer aniversario de la ILE en la capital del país, el Grupo de Información de Reproducción Elegida (GIRE), señala que es una fortuna que en la Ciudad de México “ni cárcel, ni muerte para las mujeres que deciden interrumpir un embarazo”.

Pero en el resto del país, el gran problema que se vislumbra en las posibles discusiones locales es que el punto a disertar se centra en la moral y la ética, cuando el aborto en México es, antes que nada, un problema de salud pública que vivimos y padecemos las mujeres.

Como siempre, los grupos conservadores antiderechos se dicen defensores de la vida y aseguran que “desde el momento mismo de la concepción existe ya un ser con derechos”, cuando la ciencia médica sabe, desde hace muchos años, que un óvulo fecundado por un espermatozoide no devendrá necesariamente en un embarazo, ya que para ello se requiere la implantación. Y la construcción del mapa del Genoma Humano nos trajo la certeza de que la vida HUMANA comienza después de los tres meses de gestación, cuando comienza la actividad neuronal.

Así pues, el punto central del debate no debiera ser si el aborto está bien o está mal, frente a la gran cantidad de mujeres que mueren día a día por abortos mal practicados. Difícilmente alguien negaría que se trata de un problema de salud pública, cuando las estadísticas oficiales lo ubican en el quinto lugar nacional de causas que producen la muerte materna.

Las aventuras del feto ingeniero

De pena ajena resulta la campaña que los grupos antiderechos circulan en las redes sociales de un cigoto con un letrero en el que se lee: “yo quiero ser ingeniero”, como si los fetos tuvieran pensamiento, albedrío y supieran que existe un mundo en el que hay que elegir profesión. En cambio, miles de niños y niñas en este país tienen que trabajar en lugar de ir a la escuela en donde sí tendrían la opción de estudiar ingeniería, pero tal situación no les causa ningún conflicto moral a quienes promueven esta campaña patética, basada en la total ignorancia.

@taniamezcor  
FB: Tania Mezcor

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Tania Meza Escorza
  • Tania Meza Escorza
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