Sé que los fans de Saturday Night Live hoy estamos en shock. No hay forma de procesar tantas cosas que pasan estos días en el mundo, muchas veces solo nos ha quedado refugiarnos en la comedia. Por eso, saber de pronto que uno de los grandes murió a los 61 años después de pasar una década en silencio respecto al cáncer que padecía es aún más difícil de aceptar.
Sé que Norm McDonald no trascendió al mainstream como para que quienes no eran fan de sus programas lo tuvieran claramente en el radar, afuera de Estados Unidos, pero eso no es razón para no hablar de él hoy y celebrar su vida. Como escritor de comedia, como gran standupero y como conductor de segmentos en el Weekend UpDate de SNL, donde se burlaba de lo inburlable con tal cara de inocencia (¿o era cinismo?) que provocaba carcajadas respecto a cosas que no nos hubiésemos atrevido a permitir que fueran identificadas con la risa.
Por lo visto Norm luchó contra esta enfermedad mientras seguía haciendo programas de televisión, presentaciones en vivo y hasta proyectos a futuro, cierto de que el presente es lo que importaba y que no quería que la preocupación de la gente que lo seguía cambiara el como eran recibidos sus chistes, una y otra vez. Es un secreto muy difícil de llevar, sobre todo cuando a lo que te dedicas es a hacer reír, y si bien la decisión de no decir nunca nada fue algo muy personal y no creo que para cualquiera, me maravilla la importancia que le daba a ese momento en el que se daba cuenta que había causado felicidad en quien lo estuviera viendo. Busquen sus rutinas en YouTube, si bien es un poco de publico apocalíptico, también me queda claro que es lo que él más hubiera querido: que siguiéramos riendo.
@susana.moscatel