No puedo creer que con todas las cosas importantes y serias que están ocurriendo en el mundo, un perrito que se volvió viral en redes sociales en China me ha tenido con un nudo en la garganta y con la carcajada, los aplausos y la preocupación a flor de piel. Y sí, soy de las que se distraen con cualquier can, pero vale la pena examinar el fenómeno y las reflexiones a las que nos ha llevado a muchos la dominancia pacifica de este perro llamado en realidad Changmao, quien en su refugio pone el orden solo con aparecer donde hay conflicto.
Esto empezó en redes sociales chinas, pero fue retomado por los occidentales y para muchos que amamos a los animales llegó primero como un contenido orgánico de nuestro algoritmo. Sé que yo vi los videos y los compartí con mis seres queridos. Y sé que dos días después la gente en general ya conocía a King Charles, incluso mejor que a los habitantes de La casa de los famosos. Ahí me empecé a preocupar.
¿Estos contenidos que toman la atención del mundo entero son auténticos? ¿Estarían poniendo a pelear perros (la cosa que más odio en el mundo) y uno pensando que está viendo videos hermosos y hasta educativos? ¿Es posible que de verdad me dio muy, muy para abajo cuando me dijeron que KCH perdió una batalla y se había lastimado una patita? ¿Que auténticamente me dio gusto cuando me informaron que ya recuperó su dominancia pacifica y está bien y contento?
Fenómenos virales como este deben ser tomados con muchas reservas, porque no sabemos bien de las intenciones y la realidad cuando nos llegan de esta manera. Es tan fácil ser bien intencionado en redes y acabar siendo un “idiota útil” para quién sabe qué; al menos los invito a hacer una pausa para examinar con este ejemplo qué nos entretiene, por qué funciona y qué puede haber detrás de ello.
