Hay personas que espero nunca salgan del congelador de nuestro desdén y, en casos como el de Harvey Weinstein, de la cárcel tampoco. Ya tenemos un rato de una importante conversación sobre los matices de los actos que hacen que alguien merezca perder su trabajo, su puesto y su capacidad de existir en sociedad; creo que aún no tenemos respuestas claras. Lo que sí tenemos es el siguiente capítulo para muchos de estos personajes; comencemos a revisar con más seriedad a quien de verdad queremos desaparecer de nuestro entorno y quien solo cometió un error.
De errores visibles no me imagino uno más obvio y comentado que la famosa cachetada de Will Smith a Chris Rock hace dos años en el Oscar. ¿Saben qué? Todos somos más que nuestros peores momentos. Me dio gusto ver a Will en México haciendo su trabajo y promoviendo su cine con Sony Pictures. Sé que no somos buenos para creer disculpas, y en gran parte tenemos razón de habernos vuelto cínicos al respecto. Sin embargo, hay quienes siguen abusando de otros y otras en este medio (por hablar solo de uno de ellos) y ahí siguen porque el asunto no se ha vuelto mediático, viral o judicial.
Da gusto que la justicia reaccione contra un P. Diddy cuando hay pruebas de su violencia constante contra mujeres, y no podemos seguir colocando eso en la misma canasta con alguien que contó un chiste que nos pareció ofensivo o políticamente incorrecto o que tuvo un mal momento en el peor instante posible.
Estamos viendo el péndulo moverse un poco en este asunto, uno que podría ser causa de que se exija nuestra propia cancelación, pero si queremos tener el poder de desaparecer a los depredadores, violadores, agresores o abusadores de poder en este negocio, tal vez debamos inventar una nueva categoría menos grave para quienes nos parezcan de terrible gusto o no hayan depurado sus más viejos y estúpidos tuits.