Hoy en día todo se politiza. Así que cuando Roc Nation, encabezado creativamente por Jay-Z, anunció que Bad Bunny sería el encargado del show del medio tiempo, comenzó la histeria. Los mismos motivos que convierten al puertorriqueño en una gran opción —una visión más global, romper paradigmas sociales e incluir otros idiomas en el evento— son precisamente lo que más molesta a los quejosos.
Entre ellos Corey Lewandowski, asesor cercano al gobierno de Trump, quien aseguró que agentes de ICE estarán presentes durante el espectáculo. Oficialmente se habla de “seguridad” y de “cumplir la ley”, pero no hay claridad sobre qué significa eso en un evento donde el protagonista es un artista puertorriqueño —ciudadano estadunidense, para quien aún no lo entienda— que decidió no dar conciertos en Estados Unidos en su más reciente gira, consciente de que su público también está compuesto por muchísimos inmigrantes.
La declaración suena más a politiquería que a amenaza, pero sabemos que esas cosas pueden escalar rápido. Al mismo tiempo, muchos “conservadores” vociferan su descontento llamándole “cross-dresser” al reguetonero porque ha aparecido con vestuarios alternativos y exuberantes. Otro llamado para que los batallones de la llamada “guerra cultural” levanten el grito en el cielo.
Esa es una de las razones por las que será fantástico ver a Benito en el escenario más visto del mundo: en esta época donde todo exige definirse en un bando u otro, urge más que nunca mostrar matices y opciones distintas. Tal vez los detalles cambien, pero el escenario es el mismo.
Como aquel de 2004 en que Janet Jackson —y no Justin Timberlake— fue cancelada por el famoso pezongate. Queda claro que las expectativas son distintas y que la indignación suele estar reservada para cierto tipo de artistas —y de seres humanos— más que para otros. ¿No creen?