Una de las paradojas más grandes de la posmodernidad radica en la superficialidad de nuestras relaciones interpersonales. En ninguna otra ocasión de la historia, hemos tenido tantas herramientas para acercarnos a los demás, sin embargo, nos hemos ido apartando. En efecto, es muy probable que jamás hayamos estado tan lejos el uno del otro.
La literatura infantil se ha ocupado de este fenómeno. En El Principito, Antoine de Saint-Exupéry hace una alegoría sobre la manera en la que nos relacionamos: cada individuo habita su propio mundo y se ocupa de sus propias cosas. El Rey busca súbditos; El Vanidoso, aplausos; El Borracho, beber…
Desde 1943 –año de publicación del clásico para niños- el fenómeno se ha radicalizado. El genial caricaturista Boligán lo expone: en uno de sus cartones, muestra a varios individuos hablando por teléfono. Cada personaje orbita sobre un planeta diminuto, justo como en el libro de Saint-Exupéry. Absorto en la charla, cada uno ignora lo que sucede en el asteroide vecino.
La obra del artista cubano-mexicano retrata un momento particular y breve en la historia de las telecomunicaciones. Se trata de una época en la que el uso del celular para realizar llamadas era desmedido. Sin embargo, la telefonía móvil ha tomado otros rumbos. El WhatsApp desplazó a la mensajería instantánea –que a su vez sustituyó a las llamadas convencionales- como una de las principales vías para mantenernos en contacto. Es una vía con menor grado de compenetración. Esto es muy importante.
Los avances tecnológicos y el individualismo creciente han ido a la par. Tan estrecha es esta relación que resulta bastante complicado dilucidar en torno a cuál es causa y cuál consecuencia. ¿La tecnología provoca un aumento en la tendencia del individuo a permanecer aislado? O quizá ¿el individualismo dicta qué productos son diseñados en el plano tecnológico de las telecomunicaciones?
Tal ha sido el crecimiento del individualismo que ahora resulta envidiable lo que hace menos de 20 años era duramente criticado: la reunión de la familia en torno al televisor.
Antes, los estudiosos vaticinaban el deterioro de las relaciones interpersonales por la colocación del televisor como eje de las reuniones familiares. Ahora, en esta época, quisiéramos tener un punto de reunión como en aquellos tiempos.
Mientras, desde la soledad de WhatsApp escribimos con la esperanza de que podamos resolver el problema de la existencia humana: nuestra separatidad.
Sergio Gómez @sergomezv