El domingo 1 de junio de 2025 los mexicanos tuvieron la primera experiencia al elegir a través del voto directo a jueces, magistrados y ministros del poder judicial. Este hecho ha sido calificado como un acto inédito y la participación ciudadana contribuyó a su cumplimiento como ejercicio democrático.
Los expertos en el sistema electoral apuntan que este proceso fracasó por deficiencias estructurales como la falta de presupuesto al INE, derivado de la austeridad republicana, lo que recayó en la disminución de las casillas instaladas, incapacidad de plantear, difundir y organizar adecuadamente la elección además de la carencia de pedagogía cívica.
A su vez hubo cuestionamientos sobre la dudosa convocatoria para la elección de los aspirantes, el método de selección de los candidatos a través de la famosa tómbola que fue un simulacro de apertura, dando origen a vicios como la captación política morenista y el tope de campaña. Lo anterior, sumado al desconocimiento, desinterés y desconfianza de la ciudadanía.
Con este sistema partidista electoral, morena logró su objetivo: cambiar a modo a ministros, jueces y magistrados ligados al régimen anterior neoliberal. Mostró la pureza de la democracia al hacer que la ciudadanía eligiera estos cargos. Morena mostró su influencia a lo largo de la campaña aplicando una estrategia partidista entre su militancia y simpatizantes.
Igualmente hizo uso de su capital político basado en el voto duro, derivado de los beneficiaros de los programas sociales como adultos mayores, madres solteras, jóvenes construyendo el futuro y otros.
Sin embargo, con todo su capacitación, coordinación y acarreo, no lograron el voto duro, ni el voto de sus militantes o simpatizantes afines al partido.
Los resultados de la elección y el fracaso de esta campaña encabezada por morena, cuestiona la legitimidad del proceso debido a la escasa participación reflejada en menos del 30% del voto duro que hizo ganar a la Presidenta de la República Claudia Sheinbaum Pardo. Hoy, morena derivado de este sistema electoral partidista fallido, refleja una pérdida de su capital político que le puede dañar en un futuro inmediato dentro de las elecciones.