Política

Del Emilio de Rousseau, a elegir ser bueno

El sábado, en mi clase de maestría con mis jóvenes alumnos, platicábamos sobre la decisión de ser buenos, de elegir ser personas que hagan bien a la sociedad. Mis alumnos son maestras en el sistema magisterial desde hace muchos años. Todas ellas -y también están ellos- trabajan en condiciones difíciles por las propias circunstancias por las que atraviesa desde hace varios años la educación pública en México. Mientras escuchaba sus puntos de vista sobre el tema de la inclusión y lo que implica para maestras que no cuentan con preparación para atender a menores con alguna discapacidad o trastorno, me acordé de la obra de Rousseau sobre Emilio, o De la educación, porque la idea de lo bueno está directamente ligada a la religión.

Rousseau no escribió un tratado de religión ni nada por el estilo. Los comentarios en torno a ese tema aparecen diseminados en sus textos, en su novela Julia (1761) y en una parte de El contrato social (1762). Pronto incluiría un breve texto sobre religión en su obra maestra, el tratado sobre educación Emilio, o De la educación (1762) pero igual de rápido sería quemada su obra y perseguido por el resto de su vida.

Emilio, o De la educación es un libro un tanto engañoso e insólito para su época. Se presenta como el relato de la educación de un joven, Emilio, escrito por su tutor. El libro cuenta que Emilio es educado en soledad, con el tutor como única compañía hasta que se acerca a los quince años. En esa soledad no ve a sus padres; no tiene amigos ni cerca ni lejos y no hay alguien que llame la atención a sus pensamientos.

En el proceso de enseñanza-aprendizaje, se da cuenta que todo lo aprende por la experiencia. Aprende a sobrevivir a la naturaleza y a depender de sí mismo. El aislamiento y soledad le impiden ser educado bajo el criterio de autoridad: no conoce a ninguna, ni a sus padres, ni al religioso, ni al maestro. Tampoco aparece en esa experiencia ni en la educación la figura divina. Emilio nunca ha sentido curiosidad por el nexo divino.

Cuando Emilio llega a la pubertad, su cuerpo cambia, empieza a descubrir el eros en su adolescencia y comienza a sentir la necesidad de tener a alguien consigo. Ahora, el hecho de necesitar a alguien significa que debe entrar en sociedad y eso implica conocer a otros que no necesariamente son como él o fueron educados como él. Entonces, si Emilio quiere seguir siendo bueno, debe elegir serlo.

El sábado -como les decía- dejé que el diálogo siguiera. Escuché la narrativa de las dificultades de ser docentes atendiendo a niños con algún trastorno y escuché a una madre referir el viacrucis para poder obtener un documento sobre la discapacidad de su hija, entre otras tantas dificultades.

Entonces felicité al grupo porque los presentes habían elegido ser buenos, aunque no siempre eso había sido fácil. Y si de dificultades se trata, más difícil es elegir ser uno mismo, porque ser uno y ser bueno requiere de convicciones y debe de ser la norma para todas las decisiones del ser humano.


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Sara S. Pozos Bravo
  • Sara S. Pozos Bravo
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