A José Luis Jiménez Castro, “Güicho”, Trayectoria Periodística “El Despertador Americano” 2019
Las leyes de acceso a la información no son una herramienta diseñada para hacer periodismo, pero vaya que ayudan cuando se saben usar al buscar profundidad, develar aquello que otros quieren ocultar, o bien, ni siquiera tienen esa información o no se han dado cuenta de lo que sucede en sus entrañas, y peor aún, lo que sucede en la comunidad.
Cuando se incorporó en el artículo 6° de la Constitución de México que el “derecho a la información será garantizado por el Estado” (1977) su comprensión se reducía a la comunicación social desde el poder público y el ejercicio periodístico. Claro, este derecho se reconoció en la Constitución en el marco de una reforma electoral. Tuvieron que pasar 30 años para que se afinara esta comprensión y se abriera la veta-vertiente del derecho a la información: el derecho de acceso a la información pública, con el establecimiento de su principios y bases (julio de 2007).
Cuatro reformas siguieron para dimensionar más el derecho a la información, con un derecho todavía poco conocido y desarrollado, pues surgió como el de 1977 en el marco de una reforma electoral: el derecho de réplica (noviembre de 2007). Este derecho aún no llega al ciudadano común y poco impacta el ejercicio de la comunicación profesional (periodismo).
Muchas y muchos periodistas han encontrado en las leyes de acceso a la información una herramienta valiosa para su quehacer cotidiano; han afinado su uso y ejercicio. Sin embargo, quien ejerce el periodismo sabe que es una herramienta más para acceder a información; no toda, pero sí aquella que generan, administran y resguardan entidades públicas, que ejercen actos de autoridad, reciben y/o administran recursos públicos.
El buen periodista utiliza ante todo sus sentidos para trabajar y entre más fuentes de información confiables tenga, mucho mejor. El periodismo no se hace por la grabadora, la cámara, la libreta, la pluma, la computadora, la consulta en sitios de internet, las solicitudes de información. Son sólo herramientas que sirven para lo que fueron diseñadas. Así como una buena nota no se reduce a la respuesta sobre una pregunta, tampoco lo es la respuesta a una solicitud de información.
La buena nota es lo que se hace con las respuestas y silencios: verificar, profundizar, contrastar, contextualizar, jerarquizar. De nada sirve un corte fino de carne sí este no se sabe preparar y presentar para ofrecer.
Twitter: @jrubenalonsog