Política

¿Opositores? Sarta de vendidos

Los fervorosos partidarios de doña 4T lo tienen muy claro: quienes no simpatizan con el actual régimen son sujetos que ya no disfrutan de las mercedes y privilegios que les eran procurados en los aciagos tiempos del neoliberalismo y que por esa razón —ésa y ninguna otra imaginable— se oponen a los generosos adalides que ahora gobiernan para el “pueblo”.

No hay opositores genuinos, entonces, sino personas meramente interesadas en recuperar sus antiguas dispensas, es decir, oligarcas de origen (o de adopción), conservadores, periodistas al servicio de la “mafia del poder”, sujetos comprados, clasemedieros “aspiracionistas”, mercaderes explotadores y, peor aún, enemigos del referido “pueblo” cuando no declarados traidores.

Surge entonces una gran pregunta: ¿Qué lugar de la nación podrían ocupar mexicanos de esa calaña? ¿En qué territorio serían mínimamente bienvenidos parecidos ciudadanos si la suprema salvación del país la encabezan en exclusiva los personajes que ahora detentan el poder y que por capitanear esa tarea se han ganado ya un lugar inmarcesible en la gloriosa historia patria?

Estamos hablando de que la convivencia armoniosa entre los pobladores de un espacio común —necesarísima para asegurar el bienestar, el progreso y la viabilidad misma de una sociedad—se ve amenazada al ser propalado, desde la más alta tribuna de la nación, un discurso de repudio hacia millones de conciudadanos por el simple hecho de ejercer el pensamiento crítico y de no comulgar con las políticas públicas implementadas por un gobierno.

La disidencia no resultaría entonces de inquietudes legítimas —una auténtica preocupación por la escalofriante violencia que se vive en México o la paralela angustia de presenciar como se ha derrumbado el sistema de salud y se han quedado los compatriotas más pobres sin cuidados médicos o el temor ante la imparable militarización de tantos sectores de lo público— sino de motivaciones obligadamente mezquinas. De tal manera, el opositor no merecería la condición de un semejante con ideas diferentes sino la mucho más infamante categoría de un ser despreciable que necesita ser combatido.

Nuestro país se ha convertido así en un territorio de posturas irreconciliables, cerrado al diálogo, y cada vez más imposibilitado de consumar el fin primero de toda colectividad, a saber, la construcción de un hogar, generoso y hospitalario, en el que todos tengan cabida. Somos, al contrario, una sociedad dividida y enfrentada en la que los argumentos, sacrificados en el altar de los “otros datos” y la retórica, han dejado de tener valor.

El portador de una visión crítica no puede siquiera recurrir a las cifras ni citar estadísticas porque el seguidor del oficialismo, inmune ya a la razón por causa de su sectarismo, las desconocerá de oficio.

El populismo ha tenido la nefaria consecuencia de transformar a México en un territorio poblado de hermanos enemigos. Vaya logro tan siniestro.


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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