Política

Asesinos, violadores y secuestradores, herederos todos de la “Grandeza”

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El tema, con perdón de los devotos del mentado “humanismo mexicano” —una franquicia incautada por el oficialismo para su uso exclusivo—, no es que nuestra bondad de mexicanos de cepa pura se derive en línea directa de la paralela dulzura de tenochcas, purépechas, tlaxcaltecas y otros pueblos originarios sino que el México actual es todo menos un país apacible, pacífico y armonioso.

Tenía este escribidor la impresión de que ésta ha sido desde siempre una nación violenta y que el salvajismo de los antiguos mexicas y mayas —así que fuere elemento consustancial de su cosmovisión o de una suerte de universo cultural, muy propio también, ajeno a la realidad del sufrimiento humano— había sembrado, en la genética de los estadounimexicanos modernos, cierta propensión a matar, a violar y a torturar o, ya en un plan un tanto menos bárbaro, a secuestrar, a extorsionar y a cobrar derecho de piso.

Era, muy seguramente, una apreciación infundada de las cosas porque tenemos, delante de nuestras narices, el horror del nazismo en la mismísima patria de Johann Wolfgang von Goethe y Ludwig van Beethoven, el espanto del genocidio consumado por los comunistas en la tierra donde vieron la luz las obras de Tolstói y Chaikovski y, entre otras tantas atrocidades históricas, el exterminio de millones de chinos inocentes perpetrado por Mao Zedong en el territorio habitado, siglos atrás, por el mismísimo Confucio.

Ya no es, sin embargo, una competición para acumular puntos en la tabla porcentual de la brutalidad, miren ustedes, porque una gran mayoría de las naciones democráticas y civilizadas del mundo tienen, hoy día, mucho menos muertos y desaparecidos que nosotros.

De lo que se trataría, entonces, no es de reinventar mañosa y arbitrariamente el pasado sino de resolver, aquí y ahora, los morrocotudos problemas del presente. La mera existencia, en nuestro México, de miles y miles de sicarios, descomunalmente crueles e insensibles, es un sello que marca indeleblemente a esta sociedad.

Ahí no hay “Grandeza” alguna ni nada parecido. Ahí hay, antes que nada, dolor. 


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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