Resulta inaceptable que en Jalisco existan figuras de la talla del compositor Manuel Enríquez (Ocotlán, 1926-Ciudad de México, 1994), aún no valoradas en su justa dimensión.
Grandes músicos mexicanos están ligados a la formación de Enríquez–El violinista tapatío Ignacio Camarena, el organista y compositor Manuel Bernal Jiménez, el compositor morelense Domingo Lobato-. Asimismo, un organismo –El Instituto México-Americano de Cultura-, que con su incansable labor de difusión y apoyo al arte estatal, lo becó para estudiar en New York con Ivan Galamian (violín), Louis Persinger (música de cámara) y Peter Mennin (composición).
Manuel Enríquez, ya instalado en la ciudad de México, se convierte en el gurú de la música mexicana. Cito la Revista Musical Chilena: “Tras la caída en 1973 del faraón Carlos Chávez luego de un malsano reinado de cuatro décadas, Enríquez fue ungido por el medio musical mexicano y por el paradójico Partido Revolucionario Institucional como una especie de sucesor” (CoriúnAharonián).
Defensor de las nuevas tendencias de la música, Enríquez fue director del Taller de Composición del CENIDIM (Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez), y fundador del Foro Internacional de Música Nueva que hoy lleva su nombre.
Hay que pensar en Enríquez como uno de los compositores de ruptura del movimiento nacionalista, igual a otro jalisciense ilustre, Hermilio Hernández. La diferencia: La música de Enríquez está dirigida al experimentalismo más que a la deconstrucción de las formas musicales. La música aleatoria, la electroacústica, son la clave de su corpus sonoro.
En los años setenta, en Guadalajara, la Agrupación Sonido XX –un grupo de jóvenes inquietos, estudiantes de la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara: Antonio Navarro, Austreberto Chaires, Sergio Medina-, realizaron festivales de música contemporánea en donde brillaron las sonoridades de Enríquez (con una OSJ –hoy OFJ- que apoyaba las iniciativas de los jóvenes empresarios musicales).
Yo lo escuché en el albor de los noventa en un recital (con sus composiciones)que ofreció en el entonces dignísimo foro del Ex Convento del Carmen. Los dedos del maestro sobrevolaban con velocidad inusitada el diapasón de su violín. Oíamos, sin duda, a un genio.
Hace unos meses entrevisté en la ciudad de Santiago de Chile a dos compositores agradecidos con la labor de Manuel Enríquez. Sus amigos Eduardo Cáseres y Santiago Vera Rivera. Cito a Cáseres: “Estrechamos relaciones con México gracias a la música que hacíamos, él era un excelente promotor de la música contemporánea”.
Deuda histórica para los jaliscienses: Reivindicar los universos sonoros de sus compositores, entre ellos Manuel Enríquez. En tanto, disfruta Visión de los Vencidos en https://www.youtube.com/watch?v=ITfCMk_ixJA
Y recuerda, la OFJ es de todos.
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