El escenario en el que se están montando algunos actores políticos: presidente de la República, Senadores, Diputados, dirigentes partidistas, líderes sociales y gobernadores, para la atención de la crisis social, particularmente la relativa a la vivienda en la región afectada por los sismos está poniendo de manifiesta el cinismo y la demagogia con la que actúan.
Cientos de rescatistas, voluntarios, brigadistas y donadores provenientes de la sociedad civil, que estuvieron ahí simplemente para ayudar, hoy son motivo de homenajes y reconocimientos, válidos y necesarios por cierto, en donde lo que más se exhibe es la elegancia, la presencia de una clase política de alta alcurnia que desentona con el escenario-fondo de desastre y la presencia de hombres y mujeres que estuvieron ahí humildemente ayudando.
Vaya ni Frida, la perrita rescatista que se hizo popular entre los mexicanos y en el resto del mundo se ha salvado del manoseo político y del uso indebido de su imagen. El descaro, el cinismo de esta clase política que tenemos.
Empresarios, funcionarios de la administración pública federal y líderes políticos han hecho su aparición para decirnos que ellos sabrán administrar mejor los recursos que los demás. Alguien sabe de verdad a cuánto ascienden? Hay alguien que le haya dado seguimiento a la danza de los miles de millones de pesos donados y recaudados?
La cultura de la corrupción, la opacidad y la demagogia está en marcha para el manejo de la crisis social. Mal hace Enrique Peña Nieto en querer culparnos de que en todo queremos ver actos de corrupción y de querer buscar culpables. Su administración ha sido señalada como opaca, no hay nada que asegure que en esta crisis habrá transparencia y que no habrá actos de corrupción.
El estado de Coahuila en el limbo, tenemos gobernador electo, pero no se ha dado la certeza jurídica por parte de los tribunales de que será el gobernador constitucional. Tenemos en marcha obras millonarias como la del metrobús y a cambio nos entregan un caos vehicular que crispa los nervios a cualquiera. Tenemos la promesa de los operativos para mantener la seguridad y la paz y la realidad de la calle nos impone otra forma de ver el mundo.
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