Hace un mes varios amigos se despidieron de un proyecto que duró cerca de dos años, Cervecería Ventura.
La esencia del lugar, un bar con escenario al fondo destinado para metal, rock, punk y rap (según la ocasión) ya existía, pero con ellos había tomado otra personalidad.
Claro que el verdugo fue la pandemia, se fue sin decir adiós. Ahora existe una lona que cubre su nombre y lo reemplaza por otro negocio, uno que surgió con las condiciones del semáforo verde.
Aunque si te fijas bien, sobre la puerta las letras doradas de Ventura siguen ahí sobre el fondo negro de la calle Hidalgo.
Se quedaron las fotos de los shows, interiores y exteriores, que se realizaron durante su corto tiempo de vida, también un día fue espacio de encuentro para ver el último campeonato del Santos Laguna.
Un momento más fresco que nunca.
Era un sitio especial porque de jóvenes anhelaban un espacio así, donde la música de bandas en ciernes tuviera un lugar para tomar forma, pulirse o deformarse (según la ocasión).
Pocos lugares tuvieron esa magia en La Laguna, El Furgón en la era de la prehistoria y Ojo de Tigre, que vive más que nunca.
En Ventura vivían las Mantarrayas, una banda que este viernes regresó a los escenarios y al mismo tiempo anunció un nuevo sencillo. Ya ni contaba el tiempo que llevaban desaparecidos, pero, así como muchas, la pandemia secó su energía.
Se dice que es mejor recordar los inicios que los finales y claro es que recuerdo algunos ensayos en otros lugares y las primeras tocadas que Cervecería Ventura albergó entre sus paredes, donde ahora resuena la música banda y los olores a ceviche.
Tal vez parezca superficial, pero perder un lugar es una consecuencia leve de todas aquellas que podríamos agrupar tras una pandemia para luego mirar atrás y llamar tragedia a este tiempo que nos tocó.
Justo como pasó cuando la pandemia era de plomo y nuestra generación tuvo que atiborrarse dentro de casas bajo seguro para no morir o desaparecer en camino a un bar o afuera de una carne asada.
Quizá por eso estos lugares tienen mayor peso en la memoria, porque a diferencia de otros lugares genéricos que van y vienen de Paseo Morelos, se convierten en santuarios para algo mayor.
@robbcarsonn