A pesar del tiempo, de los años que he vivido, de las experiencias por las que pasado, de fracasos, desesperación y confusión, algunas veces parece que no he aprendido nada, en ocasiones lo que escribo sobre mi persona me parece completamente absurdo, por momentos, sigo siendo demasiado frágil, demasiado vulnerable a las comodidades, novedades y sorpresas que nos ofrece este mundo material, cuando creo que por fin superé la necesidad de “necesitar algo”, me encuentro deseando algo que complicará mi existencia.Hace bastantes años, platicando con un amigo, le pregunte que como le había hecho para hacerse de su fortuna, una fortuna bien ganada a base de esfuerzo y trabajo, él me contestó de una manera muy simple, “la carga hace andar al burro”, esa era la filosofía de su vida, compra a crédito, compra propiedades, carros, no importa si en este momento no tienes el dinero, ya lo tendrás. Sacrifico muchas cosas, trabajaba como “burro” día y noche para cumplir los compromisos, cada vez cargaba más, al final, logro lo que quería pero perdió gran parte de su vida incluyendo su matrimonio, ¿habrá valido la pena? Solo él lo sabe.En lo personal, estoy convencido que no es necesario cargar tanto peso, que tenemos la posibilidad de vivir más ligero, sigo pensando que con trabajo y paciencia todo llega, no hay necesidad de acelerar el proceso, aunque así lo creo, caigo en la tentación y me veo envuelto en un torbellino de deseos no cumplidos, de ambición desmedida y de frustración que me lleva a cometer errores.Hoy recuerdo un cuento acerca de un Papá que pretendiendo darle a su hijo una lección de lo afortunado que era, por tener recursos económicos ilimitados, lo manda a una alejada comunidad rural por unas semanas. A su regreso, el Papá convencido de que su hijo aprendió la lección, le pregunta que como le fue y sí aprendió algo.El muchacho le contesta que le fue muy bien y que aprendió lo afortunadas que son las personas que viven en el campo, el Papá incrédulo a lo que escucha, le pide que le explique. El hijo le hace una semblanza de lo que vivió esas semanas en el campo, noches estrelladas, bosques sin límites, un río y un lago dónde remaba y pescaba, cero contaminación, no existe la inseguridad y caminas por las noches a la luz de la luna, no hay televisión, internet ni sky, pero a cambio compartes y convives con tus semejantes.En una ciudad como la nuestra, es imposible pensar en vivir sin agua entubada, sin drenaje, electricidad, el automóvil, la tarjeta de crédito, la computadora o el celular, pero es importante comprender, que nada de eso es necesario para vivir.
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