
¿A quién se refiere Tomás Zerón cuando dice que algunas de las personas de confianza del presidente de México están metidas en el lodo de la corrupción?
Este es el dardo más venenoso, de entre los muchos y filosos que fueron lanzados durante la entrevista que el ex director de la Agencia de Inteligencia Criminal (AIC) ofreció a los periodistas israelíes Italy Ilnai y Ronen Bergman del diario Yedioth Ahronoth.
Este texto publicado el viernes 7 de abril utiliza los términos “los más” y “cercanos”, cuando Zerón afirma que Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación, habría referido la supuesta dificultad que significa trabajar para una administración penetrada, desde el círculo presidencial, por la corrupción.
Afirma Zerón que esa declaración fue grabada durante la conversación que ambos sostuvieron el miércoles 16 de febrero de 2022 en un restaurante de comida griega, ubicado al norte de la ciudad de Tel Aviv. No solo hay evidencia de que el encuentro ocurrió sino también de que la trascripción de esa charla fue entregada el año pasado al periódico estadunidense The New York Times.
Sin embargo, fuentes que refieren haber tenido acceso a esa transcripción me señalan que el emisor original de esa frase no habría sido el subsecretario Encinas, sino el propio Zerón quien, hacia el final del encuentro habría dado nombres precisos de personas que pondrían en tela de juicio la honestidad del entorno de “los más cercanos” que rodea al primer mandatario.
Por sobre todas las cosas Tomás Zerón es un productor de escenas. Una suerte de dramaturgo de la política que igual inventó el cuento del basurero de Cocula que fabricó para estos ingenuos periodistas la crónica falsa sobre su participación, en dos ocasiones, en el apresamiento de Joaquin el Chapo Guzmán Loera.
El texto publicado en el Yedioth Ahronoth es otro capítulo de creatividad narrativa zeroniana, el cual comienza con el muy bíblico título “El Job Mexicano.” Ni como comparar a Zerón con aquel profeta que fue tentado por Satanás –con permiso de Dios– para medir su fe. El pobre Job perdió a sus primeros hijos, fue despojado de sus tierras y sus bienes, tuvo sarna, fue pobre y su mujer lo abandonó. No obstante, el profeta se mantuvo fiel al Creador y por ello al final fue recompensado.
¿Qué tiene todo esto que ver Job con Zerón? Un poco de investigación, al menos en un buscador de internet, habría salvado la honra de Ilnai y Bergman. Zerón es todo menos un santo. Hay pruebas abundantes de que es un fabricante de culpables, un obstructor de justicia, un torturador, un falsario y también un manipulador. Pesan igualmente sobre él sospechas de corrupción cometida contra el erario por su intervención ilegal en compras públicas.
Con todo, en la pieza de Yedioth Ahronoth el exdirector de la AIC es presentado como un hombre decente y honesto –“una estrella de rock del sistema legal mexicano”– que, presuntamente, por haber cumplido con su deber, es perseguido por el corrupto sistema político de su país.
Para apuntalar su narrativa, Zerón utilizó la conversación con Alejandro Encinas de febrero del 2022, que es el único contacto que este ex policía ha tenido con el actual gobierno. Zerón expone ante los periodistas al subsecretario de Gobernación como un sujeto ingenuo y a la vez como un traidor sin consciencia. Según el Job mexicano, Encinas le habría suplicado para que le ayudara a descifrar la tragedia de los normalistas.
“Ayúdame a clarificar el caso”, le habría implorado, “y yo te garantizo el apoyo del presidente López Obrador”. A cambio, afirma Zerón, el funcionario le habría prometido inmunidad ya que, según su propio criterio, Encinas no creía que él fuese culpable de nada de lo que se le acusa.
No fue ingenuo haberse sentado con Zerón, porque eso es lo que tenía que hacer Encinas para conocer la verdad. En todo caso podría acusársele de candidez si, asumiendo buena fe en su interlocutr, no lo grabó de vuelta. Pero cabe esperar que dos políticos con experiencia larga, como la de Encinas y Zerón, hayan registrado esa conversación recíprocamente.
El problema es que solo Zerón ha dado a conocer su versión y en ella ridiculiza, no solamente al subsecretario, sino al gobierno para el que trabaja.
Todavía peor, también lo extorsiona. A lo largo de la entrevista Zerón siembra tres ideas que, en conjunto, configuran una amenaza. Primero confirma que durante su gestión tuvo acceso a teconología sofisticada para practicar espionaje. Se jacta incluso de haber provocado en México una revolución gracias a la compra de equipo y programas de facturación israelí, como por ejemplo el programa maligno Pegasus.
Luego advierte que, gracias a esa tecnología, cuenta con información que confirmaría nexos corruptos dentro del gobierno. Por ejemplo entre las Fuerzas Armadas y el crimen organizado..
Adelante afirma que, después de haber abandonado el país, conservó documentos de inteligencia, los cuales, de hacerse públicos, provocarían un gran escandalo. En este contexto, Liora Turlevsky, su abogada, desliza que, de verse comprometida la residencia de Zerón en Israel, dicha información podría hacerse pública.
El remate de este argumento es la acusación de Zerón contra personas de la confianza presidencial (“los más cercanos”) cuyos rastros de corrupción estarían contenidos en sus explosivos documentos.
Según la grabación en manos del New York Times, durante aquella cita del año pasado, Encinas supo, en concreto, de quién estaba hablando el ex policía, pero es falso que fue el subsecretario quien sacó el tema en la conversación. Sería prudente que Encinas cierre el paso a estas habladurías con pruebas más contundentes que las sugeridas por Zerón. De lo contrario, el Job mexicano no se tentará el corazón a la hora de resucitar basura si tal cosa le sirve para sobrevivir su deambular como ex patriado.
Un personaje principal de esta trama es la abogada que estuvo presente durante la entrevista con Ilnai y Bergman, muy probablemente facilitando la traducción. Liora Turlevsky no es una actriz del todo desconocida para México. Ella es la abogada de Andrés Roemer, quien ha sido denunciado por decenas de mujeres que habrían sido víctimas sexuales de su violencia. Sin embargo Turlevsky presume a este otro cliente como un hombre ejemplar que con coraje y bravura ha sabido enfrentar, también, a las corruptas instituciones mexicanas.
Zerón no va a regresar a México, pero sus acusaciones sí. Así como fue desenmascarado su falso basurero, tendría que serlo el nuevo espectáculo que ahora está montando.