
Nadie sabe bien a bien de dónde salió y tampoco es claro hacia dónde va. Lo único evidente es que Sandra Cuervas es un fenómeno político que no sabe pasar desapercibido. Ella es la prueba de que, en esta época ultranarcisista, un elogio en boca propia puede dejar muy buenos réditos.
“¡Véanme! Para todos hay –dijo hace algunas semanas a los pies del Ángel de la Independencia–: Completa, poderosa, hermosa, trabajadora, disciplinada y echada para adelante para ganar la ciudad”.
“Exageración” es la palabra que mejor sirve para definir a esta mujer. No puede pasar sin ser notada porque su personalidad desborda los límites más conocidos de la política. Sandra Cuevas es una experta en llamar la atención porque ha trabajado una personalidad pública excesiva. Afirma que tres son sus únicos amores: Dios, sus padres y México y dice estar convencida que la decisión para volverse gobernante de la ciudad no la tomó ella sino el creador.
“No tenemos el respaldo de un partido, pero tenemos algo más, el respaldo de Dios que decide quién se queda y quién se va”.
¿De dónde salió Sandra Cuevas? Hace tres años no era conocida fuera de Azcapotzalco, la alcaldía donde creció. En realidad, nadie sabía de ella fuera del barrio de Coltongo, uno de los asentamientos más pequeños de esa alcaldía.
Ella dice que nació pobre, pero que desde los 18 años tuvo éxito con los negocios. Vendía dulces al mayoreo en unas 50 tienditas de esa demarcación. No pudo haber sido esa actividad la que la volvió millonaria. En su currículo dice que también se dedicó a poner pistas populares de hielo en distintas plazas de Ciudad de México. Igual organizaba fiestas y eventos, la mayoría gracias a los contactos políticos que fue construyendo.
Tampoco esta actividad explicaría de dónde viene su patrimonio. Sandra Cuevas vive como quien tiene una tarjeta sin límite de crédito. Su ropa, relojes, viajes, armas y vehículos no son los de una pequeña empresaria y tampoco los de una burócrata de medio pelo.
Sandra Cuevas trabajó para el Sistema de Administración Tributaria (SAT) de la Secretaría de Hacienda, entre 2008 y 2014. Entró de 22 y salió de 28 años. Luego laboró en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Asumiendo que tales empleos eran de tiempo completo, esto significaría que obtuvo su fortuna en los siguientes seis años, es decir, entre que dejó la SRE y consiguió la candidatura a alcaldesa de Cuauhtémoc. Si en ese lapso se sacó la lotería, olvidó poner ese pequeño detalle en su hoja de vida.
Durante los últimos días Cuevas ha ostentado sus recursos como si el pudor fuera una mala compañía. Ha montado una campaña inspirada en los operativos policiales. Ella va vestida toda de negro, con ropas ajustadas, casco polarizado y detrás le sigue una treintena de motonetos igual de disfrazados. Las imágenes que sube a las redes para dar cuenta de las actividades realizadas diariamente recuerdan a las pandillas de narcomotociclistas que tienen en jaque a poblaciones como Ensenada o San Cristóbal de las Casas.
Inspirada un poco en Mad Max y otro tanto en Terminator; Cuevas presume un poderío imparable. Se viralizaron sus pleitos esta semana con comerciantes de la Central de Abasto y también con los de algún mercado en la Gustavo A. Madero. Más allá de la trifulca, lo que llama la atención de los videos subidos a la red son las marcas de los relojes que portan tanto la aspirante a jefe de Gobierno como sus seguidores. También los vehículos que según ella rentó, solo por 16 días. La cuatrimoto que la transporta no vale menos de 800 mil pesos, y el resto de las motocicletas, aún en arrendamiento, no son nada baratas.
Ella jura que no tomó dinero de la alcaldía Cuauhtémoc para financiar este despliegue impresionante. Casi preferible que así hubiera sido porque de otra manera se vuelve sospechosa cualquier otra fuente de financiamiento. No da la venta de dulces ni la organización de eventos para tanto derroche.
“No me gustan los pobres”, declaró en alguna entrevista. Sin embargo, asegura que al origen fue una mujer humilde. Para no romper con la coherencia de sus contradicciones, remata razonando que su misión es apartar a los desposeídos de la miseria. Un ejemplo de lo que es capaz de hacer para lograrlo fue el día en el que, desde el balcón del edificio de la alcaldía Cuauhtémoc, arrojó varias centenas de pelotas rojas en cuyo interior había billetes de 500 pesos.
A Sandra Cuevas se le conoce también como Lady Metralletas. El mote le sirve para hacer que le teman, pero en realidad lo consiguió porque colecciona armas de todo tipo. Según promociona en sus redes sociales le gustan las de calibre grueso, seguidas por aquellas que han sido enlistadas como de uso exclusivo del Ejército.
Afirma que se ve menos ruda de lo que en realidad es. No solo se viste de superpolicía y piensa todo en términos de operativo de seguridad, también con los puños es capaz de hacerse respetar. Como muestra la vez que agarró a golpes a la ex mujer de su novio y asociado político, Israel Quiroz Oropeza. Un buen día este sujeto decidió llevarse a su hija en contra de la voluntad de la madre biológica. Una cámara de video grabó la imagen donde la niña era jalonada en dirección opuesta por ambos brazos. La escena también ubica a Sandra en el suelo arrancando greña y pegando fuerte contra la otra señora.
Sandra presume que es soltera, porque sin esa característica de su personalidad probablemente perdería fans. Ella tiene que ser la mujer dura, fuerte, imparable, hermosa e inatrapable. Sin embargo, el señor Quiroz no parece ser pasado. Durante la gestión de Cuevas en la Cuauhtémoc, el novio fue subdirector de imagen urbana. Cabe que hayan dejado de ser pareja, pero socios claramente siguen siendo.
Sandra repite unas 10 veces al día que la política es asquerosa. También defiende que, en su caso, no se trata de alguien dedicada a ese oficio con talentos tradicionales. En otras palabras, disque no es política. Sin embargo, se reconoce como una operadora difícil de igualar. Afirma que hay pocos en la ciudad que puedan competir con su habilidad para movilizar gente. Como prueba de su convicción está el triunfo que en 2021 obtuvo en la alcaldía más importante de Ciudad de México donde consiguió más de 48 por ciento de los votos.
Ella rechaza que ese triunfo haya sido por el apoyo de Ricardo Monreal, quien fuera también alcalde de esa demarcación. Sin embargo, no tiene empacho en presumir que el único político que estaría realmente a su nivel para competir por la Jefatura de Gobierno en 2024 es precisamente Monreal. Bromea con que la belleza no lo es todo a la hora de ganar un puesto de elección popular, también hay que ser diestro operando a ras de suelo.
Cuevas tiene entre sus estrategias el gusto por la estética narca. Es la jefa de jefas, como dice el corrido tumbado que mandó a componer para su campaña. Una suerte de Félix Gallardo reencarnado en chica súper poderosa. “Soy una yegua salvaje que no han podido amansar”, reza el estribillo de esa pieza musical. Y se añade a la apología: “Enemigos tengo muchos, pero amigos tengo más”.
Entre sus enemigos se rumora que detrás de la riqueza y la parafernalia de Sandra Cuevas está el apoyo generoso de alguna organización criminal. Más allá del gusto que ella tiene por la estética narca, no hay pruebas de que se hayan presentado para confirmar esta maledicencia. Con todo, los chorros de dinero con que baña su imagen pública requieren una mejor explicación.
Recientemente Cuevas se ha aproximado al grupo político de la ultraderecha mexicana encabezado por Eduardo Verástegui. Hace unos meses viajó a la ciudad de Washington DC para participar en la conferencia política mundial de la acción conservadora, un grupo internacional que lo mismo promueve a Donald Trump, en Estados Unidos, que a Marine Le Pen, en Francia o a Vox en España.
Sandra, tan creyente en Dios, resultó militante anti-aborto, anti-gay, anti-diversidad y, sobre todo, enviada de Dios para que él ocupe, antes que los padres y México, el lugar central de la política.
Hay que respetar el mérito que significa reunir en una misma cubeta la estética narca, el Opus Dei y la venta de dulces al mayoreo.
¿A dónde va Sandra Cuevas? Si hay misterio en su origen, más lo hay en su porvenir. Quien la encumbró políticamente hablando, en 2021, fue el PRD, partido que convenció también al PAN y al PRI de apoyar a esta mujer. Ahora estas tres fuerzas políticas están arrepentidas del fenómeno que crearon. No hallan cómo deshacerse de ella, sobre todo porque sigue creciendo en las encuestas.
Ya respondió Cuevas que Dios puede más que ellos y, sin embargo, sin el registro de algún partido no va a llegar lejos, sobre todo porque se le pasaron las fechas para registrarse como candidata independiente.
Heriberto Yépez, escritor bajacaliforniano, dijo de Jorge Hank Rhon, el día que ganó la alcaldía de Tijuana, que con su triunfo aquella ciudad se había reconocido sinceramente corrupta. Me pregunto qué diría Yépez a propósito de Sandra Cuevas, así como del entusiasmo que despierta entre algunos de mis coterráneos.