Hugo Aguilar, presidente de la Suprema Corte, no cayó en la trampa tejida por Alejandro Gertz Manero y su asesor Samuel González.
Desde la Fiscalía General de la República se envió un misil que, por su perversidad, la cabeza del máximo tribunal neutralizó de inmediato.
Samuel González convenció al fiscal de presentar un recurso cuyo propósito es que la Corte actual eche para atrás resoluciones firmes de la Corte anterior.
En concreto, pidió revocar la resolución dictada en junio a favor de Juana Hilda González Lomelí. En ella se declaró a esta mujer inocente, ya que la confesión según la cual fue sentenciada a 78 años de prisión habría sido obtenida mediante tortura.
Afirma Samuel González que ese detalle —“la tortura”— es un pequeño asunto de procedimiento que los jueces no debieron tomar en cuenta.
Ciertamente, Samuel es un fan de la tortura: no existe nadie entre los operadores del derecho en México que desestime con mayor énfasis ese argumento.
A finales del siglo pasado, González se estrenó como subordinado de Antonio Lozano, primer procurador panista en la época de Ernesto Zedillo. Fundó el régimen de excepción para la delincuencia organizada que le sirvió para medrar sin interrupción durante los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y, de la mano del fiscal Gertz Manero, durante el reinado de la cuarta transformación.
Se trata de un personaje que confirma la continuidad del discurso de la demagogia punitiva durante el primer cuarto del siglo XXI mexicano.
¿Por qué Alejandro Gertz Manero le presta escucha a Samuel González? Eso es algo que merecería esclarecerse. ¿Sabrá que fue el principal asesor de Isabel Miranda de Wallace? Probablemente sí. La actual fiscalía es tan aliada de la fabricación de delitos como aquella donde González se estrenó contratando a una burla llamada La Paca para hallar restos inexistentes.
Zoom: La Barra Mexicana de Abogados pegó el grito en el cielo cuando se enteró que Gertz Manero y González querían burlar el principio de cosa juzgada. Tuvieron razón. Sin embargo, Hugo Aguilar neutralizó la llama humeante arrojada desde la FGR para que la ministra Lenia Batres se encargue de apagarla.