
¿Por qué se han bajado de la contienda por la candidatura presidencial del Frente Amplio por México algunas de las figuras mejor posicionadas? Claudia Ruiz Massieu estaba entre los tres primeros lugares del Revolucionario Institucional y Lilly Téllez se hallaba también entre las favoritas del Partido Acción Nacional.
Alejandro Moreno dijo que no entendía estas decisiones si las reglas para participar en el proceso de selección son “ultrafáciles”, ya que conseguir 150 mil firmas en las próximas semanas es muy posible.
Sin embargo, quienes se apartaron de este proceso no refirieron a esta aduana como el motivo del descarte. Tanto para Téllez como para Ruiz Massieu conseguir 150 mil apoyos no habría sido un problema. El reto se encontraría en realidad en el mecanismo de elección primaria que se ha colocado como última estación del proceso.
Es ahí donde estaría la trampa. ¿Quiénes son las personas que van a votar en las primarias? Ese padrón es el que genera la mayor desconfianza.
Tanto Lilly Téllez como Claudia Ruiz Massieu habrían preferido solamente la encuesta como método porque con ese instrumento habría sido más difícil que los aparatos clientelares cargaran los dados. Y tienen razón, la letra pequeña de la propuesta anunciada por los líderes del Frente Amplio permite suponer que las maquinarias conservaron ventajas.
En efecto, quienes tengan a su disposición las clientelas partidistas contarán con verdadera oportunidad de triunfo en la primaria.
Para entender esta dinámica vale la pena ponerle lupa a la confección del padrón final. En principio ese listado no es la suma de los padrones pertenecientes a los partidos que forman el Frente, pero una parte relevante de esos padrones van a configurar el cuerpo sustantivo.
Hay dos maneras de incorporarse a ese colegio. La primera es apoyar una precandidatura demostrando que no se pertenece a ninguno de los partidos externos al Frente. La segunda es apoyar una precandidatura demostrando que sí se milita en alguna de las tres fuerzas políticas opositoras asociadas.
La inscripción al padrón final comienza cuando alguna de las personas aspirantes convence a una votante potencial de entregarle su apoyo. Esa persona se inscribirá en una plataforma capaz de discriminar en función de los criterios de militancia antes referidos.
Una vez inscrita, la persona pasará a formar parte de un gran colegio electoral cuya responsabilidad será ungir la candidatura triunfadora. Por tanto, la persona que encabezará el Frente en 2024 será aquella que consiga haber inscrito una cifra mayor en el padrón final.
En esto radica precisamente el truco. Como dice Alito, conseguir los 150 mil apoyos es ultra fácil, pero no lo será sumar el mayor número de nombres al gran colegio electoral. La trampa no está en el piso (los 150 mil) sino en el techo que es ilimitado.
Si un candidato, por ejemplo, Santiago Creel o Gustavo de Hoyos –por poner un par de nombres– consigue que 700 mil o un millón de personas les apoyen a través de la aplicación y, en contraste, Xóchitl Gálvez o Enrique de la Madrid se quedan satisfechos con el requisito mínimo, a la hora de competir en la recta final la asimetría entre el primer y el segundo grupo será definitoria. Obviamente quien cuente con más dinero y más estructura aportará un número más amplio de personas al gran colegio electoral.
Se añade a esta circunstancia el problema del tiempo. Si este método se hubiese definido, digamos, hace seis u ocho meses, habrían sido más o menos equitativas las condiciones para consolidar el volumen necesario de votos para construir una candidatura competitiva.
Pero, cuando se cuenta con escasas diez semanas para la fecha última, únicamente quien cuente con estructuras previas conseguirá triunfar. Aquí es donde la distinción entre militantes de partido y personas sin partido se vuelve crucial.
No se requiere de mucha ciencia para asumir que, mientras los militantes de partido serán mayoría en el colegio electoral, las personas sin filiación terminarán jugando un papel testimonial.
En este punto es donde se asoma la mano de los dirigentes partidarios. Son ellos quienes tienen capacidad en la movilización del padrón partidista. Alejandro Moreno, por ejemplo, controla prácticamente 95 por ciento del Consejo Político Nacional. Esto significa, a su vez, que tiene ascendencia sobre un porcentaje similar de los consejos políticos estatales y municipales.
No es creíble que, en tal contexto de ventaja, Alito vaya a abstenerse de echar a andar su maquinaria para que el padrón priista que confluya al gran colegio electoral pese a favor de tal o cual precandidatura.
Aquí es donde se explica la razón por la que Claudia Ruiz Massieu abandonó la contienda. Dada la distancia política que ella tiene con Alito sería impensable suponer que una parte contundente del padrón priista pudiera apoyarla en la última estación. Esta circunstancia la habría arrojado casi por completo a los apoyos que, en tan poco tiempo, la actual senadora priista hubiese conseguido de entre las personas sin filiación.
Exactamente lo mismo habría ocurrido con Lilly Téllez. A pesar de que su nombre pesa en las encuestas, ella no tiene tal ascendencia dentro del aparato panista como para suponer que, en el momento decisorio, este pudiera favorecerla.
Sin un acuerdo previo con Marko Cortés y compañía, la candidatura de Lilly Téllez habría nacido muerta.
El jueves, Santiago Creel dijo que el método seleccionado entre los partidos y el Frente Cívico es el mejor posible porque se construyó a partir del consenso. El hecho de que se hayan bajado estas precandidaturas –y la probabilidad de que lo hagan varias más – demuestra que no existe dicho consenso.
Y no puede existir porque este método entrega toda la ventaja a las personas aspirantes que ya tienen un acuerdo con los actuales dirigentes de los partidos, mientras que coloca en situación irremontable a quienes no poseen, de entrada, ese capital político.
Este método no es para ingenuos, ni para quienes creen que con 150 mil firmas alcanza, mucho menos para los que, aun siendo queridos por la ciudadanía, no están en los afectos de Alejandro Moreno, Marko Cortés o Jesús Zambrano.