A toda acción una reacción. A toda reforma una contrarreforma. Esta ley cuasi física de la política está siendo violada en el país, porque, aun antes de que se apliquen las reformas constitucionales del año pasado, ya está en marcha un proceso de contrarreforma para neutralizarlas en su letra o nulificarlas en su espíritu.
En este sentido, hay que determinar con cuidado y claridad de qué lado está el paquete de leyes secundarias en materia de telecomunicaciones enviado el día de ayer al Congreso: si del lado de la reforma o de la contrarreforma.
Cortas de por sí en sus alcances, cuatro de las reformas que fueron presentadas como presuntas detonadoras de beneficios económicos o políticos para la población hoy se encuentran bajo presión para mantener la situación sin cambios o, lo que es peor, para tomar ventaja de las nuevas reglas. Son las reformas de telecomunicaciones, competencia económica, energética y la político-electoral.
Estas contrarreformas marchan por dos vías: por un lado, las corporaciones económicas dominantes que se sienten afectadas, en el área de telecomunicaciones y de competencia económica, están presionando fuerte al Congreso para introducir en la letra chiquita de las leyes secundarias diversas modificaciones que las protejan o no les hagan perder sus actuales beneficios. Por ejemplo, no les gustan los criterios bajo los cuales se define la dominancia, tampoco quieren multas altas, buscan impedir nuevos competidores o, peor aún, buscan controlar los nuevos órganos reguladores.
Ello es especialmente claro en el ámbito de las telecomunicaciones, donde destaca la disputa entre las dos grandes compañías televisoras y Telmex-América Móvil, por la transmisión de contenidos y la participación en la telefonía móvil; pero no es el único ámbito en pugna. En la industria cementera, minera y ferroviaria las presiones contra el Congreso están a la orden del día.
La otra pista de la contrarreforma es el gran poder que se le quiere dar al Ejecutivo federal en estas leyes secundarias para decidir en temas clave como el otorgamiento de concesiones de telecomunicaciones, de las licencias y permisos en materia de exploración y explotación petrolera, y hasta en el área electoral, con la creación del nuevo INE, donde se prepara una gran farsa para minar la ciudadanización del nuevo órgano electoral y ponerlo al servicio de la partidocracia y del Ejecutivo federal.
Un ejemplo de las incongruencias y contradicciones que estamos viendo en estas leyes secundarias la llamada “ronda cero” de Pemex. El pasado jueves venció el plazo constitucional para que Pemex entregara a la Secretaría de Energía la lista de pozos preferenciales que busca explotar, pero aún no hay ley reglamentaria en la materia, con lo que las empresas particulares que se sientan afectadas podrán ampararse fácilmente o impugnar este procedimiento.
Lo peor de todo es que estas contrarreformas tienen todas las posibilidades de ser concretadas, porque para la aprobación de las leyes secundarias correspondientes no se necesita una mayoría calificada, sino una mayoría simple de votos en ambas cámaras, lo que podrá lograr el gobierno con el PRI y sus aliados.
Lo que vimos la semana pasada en la aprobación del seguro del desempleo y la pensión universal, con 240 votos a favor y 204 en contra de PAN, PRD, PT y MC, es un adelanto de lo que pasará con el resto de las leyes secundarias. Ambos instrumentos resultaron ser el parto de los montes y una verdadera contrarreforma en materia de seguridad social, ya que precarizan al trabajador desempleado (al obligarlo a disponer de sus ahorros para vivienda) y pauperizan a los adultos mayores que están fuera del sistema de pensiones formal (con una entrega de apenas 580 pesos mensuales).
La aprobación de la ley de consulta popular es otro ejemplo de la contrarreforma que viene. Al negar a los ciudadanos la posibilidad de modificar, revisar o revertir una reforma constitucional por la vía de la consulta directa, se despoja al elector de la facultad y del poder originario de modificar leyes y disposiciones que desaprueba o rechaza.
Así que el sueño de las reformas constitucionales aprobadas el año pasado podría acabar en los próximos días en la pesadilla de las contrarreformas de las leyes secundarias.
