Todavía tengo vivo el recuerdo de cuando en 1984 Julio César Chávez le ganó el campeonato, vacante, de los Superplumas del Consejo Mundial de Boxeo a Mario Azabache Martínez, al noquearlo en el octavo. En ese entonces el favorito era el tapatío y Julio era un desconocido. Desde entonces, nació la leyenda.
Nueve años después, un 10 de abril de 1993, vino a Guadalajara convertido en toda una figura mundial cuando se enfrentó al costal argentino Silvio Walter Rojas en el auditorio Benito Juárez. Sin embargo, su periplo por los medios de comunicación fue muy distinto.
La semana pasada lo vimos y lo escuchamos en diversos medios, lo escuchamos y lo leímos afable, dispuesto y muy, pero muy humilde. Lógico, venía a una pelea de exhibición y lo importante era llamar la atención para vender entradas para la función que se desarrolló en el estadio Jalisco. Totalmente legítimo.
Un Julio César totalmente distinto al que conocimos tanto en 1993 como en el 2008 cuando vino como analista por la televisión en la despedida del Chololo Larios en el auditorio Benito Juárez. En 1993 no hubo rueda de prensa, fuimos a buscarlo en su hotel de concentración, por cierto, bastante saturado de “ayudantes y auxiliares”. Es decir, acompañado de barberos y arrastrados que no permitían el trabajo de los reporteros.
Me acuerdo de que lo vimos en el lobby. De inmediato, le preguntamos si nos podía dar unas palabras para el periódico El Occidental. Antes de que termináramos nuestra solicitud, volteó la cara y nos insultó. Le dijo a su manager don Cristóbal Rosas que nos mandara mucho a la fregada. Lo dijo en otras palabras que no voy a repetir. Nos retiramos.
Obvio, nuestro jefe nos llamó la atención porque no traíamos la nota. Tuve que hacer una crónica de sus actividades. Fue una nota que no le agradó y obviamente no nos dieron acreditación para cubrir la pelea. La contienda fue un fiasco porque el argentino subió al ring con una cara de pavor, totalmente fuera de forma física el campeón mundial de los superligeros, Julio César Chávez, lo derrotó por nocaut en el tercer asalto.
En el 2008 pasó algo similar. Antes de la función intenté entrevistarlo y se negó. Esta vez no insultó pero solamente nos hizo a un lado con su brazo derecho. Nos atendió el Junior, a quién le preguntamos sobre una posible pelea con el Canelo Álvarez. El tiempo y el espacio cambia a las personas y Julio César es mortal. Pero no deja de ser el mejor boxeador mexicano de todos los tiempos.
Por Raúl de la Cruz
