Esta semana, en plena tertulia virtual con algunos vecinos, uno de ellos me preguntaba sobre mis andanzas reporteriles.
Mi yerno Felipe me dice que jugaba muy bien, que incluso le pagaban por jugar en las Ligas de Futbol Amateur. Dicho vecino estaba inquieto por saber a quiénes conocía del futbol, sobre todo, compañeros del medio periodístico. ¿Quién será el comentarista más importante?, insistió. Sin dudarlo, le dije que, para mí, Don Fernando Marcos, un hombre culto y de bastos conocimientos deportivos. No creo que haya otro en la historia del periodismo deportivo, contesté sin vacilar.
No, pero de la actualidad, replicó. También sin dudarlo le mencioné a Emilio Fernando Alonso, con quien coincidí en las trincheras del reporteo, por lo general, cuando le correspondía cubrir en el Club de la Primavera a los Leones Negros.
Es una persona bastante culta, estudiado; mucho me temo es uno de los mejores narradores del mundo y su repertorio lingüístico es bastante amplio. Pero, además, el medio está plagado de improvisados. Son pocos narradores rescatables, hablo de la nueva generación; el reporteo poco a poco se ha ido diluyendo con la aparición de las redes sociales.
Se confunde al periodismo de interpretación con bellas mujeres sin materia gris, bonitas, pero tontitas. Bueno, existen ex futbolistas que no saben de futbol, ¡gulp! Y exhiben su ignorancia a nivel nacional e internacional.
¿Cómo es posible que no sepan distinguir entre un cronista o narrador a un comentarista o un analista? ¿Cómo tampoco distinguen entre una nota informativa, un reportaje o un artículo de fondo? Te puedo decir con certeza que el futbol mexicano ha tenido cierto desarrollo a nivel de cancha, pero en el ámbito periodístico vamos como los cangrejos... De plano, me dice desconsolado.
Hay muchos, pero muchos compromisos donde intervienen directivos, promotores, entrenadores, y, por supuesto, pseudoperiodistas. Lo peor del caso es que nadie pretende modificar ese estatus. En este deporte se violan los estatutos, los reglamentos, se violentan los derechos de los aficionados, se insulta, se amenaza y no pasa nada.
Don Raúl, con quién alternó en los micrófonos, pregunta. Con muchos, tuve compañeros de todo tipo: serios y responsables, buenos, malos y regulares; alcohólicos, drogadictos y mitómanos, de todo, de todo. Algunos muy profesionales, pero que en su vida personal fueron unos miserables, y lo mismo sucede con los jugadores.
Mi vecino abrió los ojos y expresó “ay, cabrón”. Y de las mujeres qué opinión, me interroga. Si alguien les dio oportunidades cuando no las tenían, fue tu servidor. Me da gusto que la mayoría de ellas ahora son líderes de opinión.
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