Desde hace más o menos un año, en este espacio hemos sostenido que la empresa productiva del Estado debe redefinirse y dedicarse a la exploración y producción, abandonando los negocios que no le son rentables.
Con la apertura del sector gasolinero esto queda aún más claro: la comercialización de gasolinas tiene márgenes de ganancia muy reducidos. Hasta hoy Pemex tenía el control total del mercado y trabajaba con franquicias. Este modelo cambió en abril con la liberación para la importación de gasolinas por terceros.
La petrolera estatal está en un momento complicado de sus finanzas y perderá una cuota de mercado importante porque ya no será quien importe la gasolina que hace falta, que por cierto, se demanda más de la mitad de lo que se produce en el país.
En cuanto a la refinación, es otro de los sectores que está rebasando a Petróleos Mexicanos, las refinerías son antiguas, y pocas. Los nuevos jugadores en el sector petrolero están pensando en construir refinerías pequeñas y modernas, lo que también complicará la operación en el midstream para la petrolera del Estado.
Pemex cuenta con una importante red de ductos y terminales de almacenamiento, y aunque aquí hasta ahora tiene el monopolio, el escenario cambiará pronto; ductos como el de Dos Águilas traerá, y eventualmente llevará, petrolíferos de Texas, Monterrey y piensan construir más tuberías hacia el centro y sur de la República.
Actualmente Pemex cuenta con 12 mil 678 kilómetros de ductos, cinco estaciones de bombeo y 15 de compresión, y nueve interconexiones internacionales. Sin duda aquí hay un área de negocio interesante para quienes deseen apostarle al sector; una vez más la petrolera del Estado no tienen nada que hacer si comienza a desarrollarse este segmento de negocio.
Por otro lado, la Comisión Federal de Electricidad también se ha redefinido porque, al igual que Pemex, tiene problemas financieros y hasta hace unos días arrastraba un pasivo laboral importante que ahora convirtió en deuda pública, que absorberá la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Aunque la empresa eléctrica al parecer marcha según lo establecido, está reestructurándose para la nueva realidad.
La CFE ahora construye gasoductos porque necesita gas barato en sus terminales, y ese gas lo compra en Estados Unidos; eventualmente la infraestructura en ductos le permitirá entrar en el traslado de gas natural para terceros o rentarles la infraestructura. Además de gas se podrá comercializar combustóleo y diésel en el mercado mexicano, con lo que deja de ser una empresa eléctrica para convertirse en una empresa de energía.
Además de esto, la firma ahora cuenta con 10 filiales que constituyen el holding en el que se convirtió, que busca evitar la regulación asimétrica y entrar a competir en el mercado eléctrico nacional. Una jugada, sin duda, audaz.