Política

Nadar

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La tragedia nacional en que se convierte día con día la pandemia del coronavirus nos transforma en seres que añoran algo de la vida que tuvimos antes del covid-19. Les aseguro que todos extrañamos algo. Extrañar puede ser una frivolidad mientras las camas de los hospitales se encuentran ocupadas por hombres y mujeres enfermos, pero afuera de los laberintos blancos se huele en cada esquina la incertidumbre. 

Entorpecido de sombras, diría Borges, yo extraño nadar. Entré a una alberca en los años ochenta, una pileta de 25 metros de largo en un pequeño club de la colonia Condesa. Nadaba mil metros como Dios me daba a entender. Luego del baño visitaba a mis padres y desayunaba con ellos. Cuando partieron al otro barrio no pude seguir en esa alberca que me los recordaba cada mañana y emigré al Sport City. 

Un día volveré al gimnasio y digo un día como quien dice nunca. Una alberca limpia y bien equipada con entrenadores que me enseñaron técnica y me hicieron nadar por primera vez en serio. Ni se les ocurra pensar en una atleta, hablo de un nadador intermedio, lento, un cetáceo feliz.

Cuidado. Antes de la pandemia llegué a nadar mis buenos mil 800 metros con ejercicios divertidos y agotadores. Me doy cuenta ahora que aquello era mi vida. Tengo edad para saber que las cosas empiezan y terminan. Aquello terminó, y cuando acaba algo que te hizo feliz te roba un poco la alegría. Sé que piensan que exagero, pero la vida se encuentra muchas veces donde menos lo imaginamos.

Recuerdo mis problemas: todos los nadadores usan licras para meterse al agua. Yo, ni muerto. Entonces diseñé en una servilleta un traje de baño, mezcla de short y calzoncillo antiguo y llevé el papel al sastre Salgado, un genio de las telas. El resultado fue notable. El señor ya tenía su calzón de baño, como decía mi padre.

No sé si volveré a nadar. Ahora camino por el Parque España desganado, hago cuentas, me ha dado por hacer cuentas de todo: días y noches de felicidad y desdicha; deudas y utilidades de la empresa; páginas leídas; palabras escritas el día anterior; ilusiones tiradas a la basura; en fin, que quería contar que extraño nadar. 



rafael.perezgay@milenio.com

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Rafael Pérez Gay
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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