Me invitaron a hablar de los años ochenta para un documental de Televisa. Revisé libros, repasé notas, fui desde luego a Wikipedia, asistí a líneas del tiempo en libros polvosos y busqué en periódicos viejos. Regresé a un momento de mi vida que se había perdido: al final todo lo empaña el tiempo y da al olvido. No recuerdo al autor de esta frase, aunque sé que es literal y me recuerda cosas.
Una década negra que marcó mi vida y la de muchos jóvenes que hacíamos nuestras primeras armas en el trabajo, los libros, el mundo editorial. La crisis de 1982: José López Portillo terminó de destruir lo que Luis Echeverría ya había empezado a barrenar con constancia e ineptitud.
En la ciudad había camiones a los que llamábamos delfines y por las calles aparecían los minitaxis amarillos. En esos días el extinto Distrito Federal cambió para siempre la mañana del 19 de septiembre de 1985. El gran terremoto, el presidente De la Madrid encerrado y temeroso, el olor a muerte, la tragedia.
Pero no todo en esos años puede entenderse en las astillas desprendidas de la destrucción. Nada en la historia puede comprenderse solo así. En 1986 el Mundial de futbol nos dio un soplo de vida: Maradona y la mejor jugada de todos los tiempos, y la mano de Dios. Los nuestros en Monterrey contra Alemania. Veo al Jefe Boy, a Hugo Sánchez, a Aguirre, a Servín, a De los Cobos, menciono apenas a unos cuantos. Oigo a Ángel Fernández: Hans Peter Briegel, el Abominable Hombre de las Nieves. Sí, perdimos en penales.
La vida cotidiana estaba hecha de pequeñas cosas insufribles e inolvidables: José-José, El Príncipe de la Canción, la era dorada de la balada. No pueden oírme, pero estoy cantando: “Y todo lo que siento es hielo, en cada palmo de mi piel”. Y la televisión al anochecer: la Colorina, El Maleficio. Y los últimos cines enormes: Toro Salvaje, Blade Runner, E.T.
Entre los libros que nos traeríamos de ese tiempo destaca uno: Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, esa restauración monumental de Octavio Paz.
En 1988 algo terminaba en las elecciones presidenciales y desde luego se iniciaba un mundo raro, nuevo, mejor sin duda. Cierto, al final todo lo empaña el tiempo y da al olvido. ¿De dónde viene esta línea?
(Las Prácticas indecibles volverán a este espacio el viernes 29 de julio).
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