La permanencia feliz del francés André-Pierre Gignac con los Tigres y en la Liga Mx, es algo que debería de celebrarse más allá de la ciudad de Monterrey o del estado de Nuevo León.
El goleador está cada vez más integrado al país, a su idioma, a sus costumbres, a su gente… En los últimos días ha dado algunas entrevistas en las que se le nota pleno, contento. Y eso se ve en la cancha.
Nunca ha dejado de serlo, pero en medio de tanta estrella que llega a los felinos, de pronto como que se aleja del rol protagónico que sabe asumir. Esta campaña, o estos dos primeros partidos de la temporada para ser precisos, ha vuelto a ser el gran goleador y el gran líder de un equipo que luce temible.
Gran valor de una Liga que luce fuerte, muy atractiva, con varios equipos que se armaron con inteligencia y con gran inversión. Gignac es un jugador de primerísimo nivel. El equipo directivo y el cuerpo técnico que logró su contratación y su mejor adaptación a nuestro futbol deben de ser reconocidos también. El francés pudo haberse mantenido en clubes de primerísimo nivel del futbol europeo.
Hace cosa de dos años, cuando se habló de que el Barcelona lo quería como una primera alternativa a Luis Suárez, me lo imaginé rindiendo a gran nivel en este, uno de los mejores equipos del mundo. Al final no pasó todo de ser un rumor, pero aún cuando había elementos que hicieron factible su partida, él se mantuvo fiel a los colores y a la afición fenomenal de los Tigres.
Gignac luce muy cómodo en el actual esquema ofensivo del Tuca Ferretti. Alimentado por dos diablos en las bandas, como Javier Aquino y Jürgen Damm. Sintiéndose incuestionable y necesario. Sin la amenaza de un Enner Valencia o cualquier otro jugador. Qué sencillo ha resultado recuperarlo. Hoy los universitarios neoleoneses lucen con un potencial que se antoja insuperable en el medio campo, por si algo más le faltara al francés.
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