Jaime Lozano y Duilio Davino, así como los directivos que los respaldan, están jugando con fuego.
No hay proyecto en el mundo del futbol que se sostenga por mucho tiempo si los resultados que se registran en la cancha son un desastre. Que la selección uruguaya te pase por encima, ante un público que mayoritariamente te respalda, es un desastre.
Y todo el “blindaje” con el que se respaldó en un inicio la idea de dejar fuera a jugadores históricos y poner a los que no han jugado, para conocer su potencial, puede quedar convertido en chatarra desechable.
No se puede experimentar con la Selección como lo hizo anoche Jaime Lozano.
El 0-4 en el marcador le salió barato. El equipo dirigido por Marcelo Bielsa pudo haber metido varios goles más y ahora mismo estaría dándose un estado de emergencia.
El equipo titular de Lozano no funcionó. El portero Raúl Tala Rangel no tiene nivel para estar en una selección. Los defensores centrales Víctor Guzmán y Jesús Orozco, tampoco. El lateral derecho Brian García, menos. César Chino Huerta y Guillermo Martínez fueron unos verdaderos fantasmas en la delantera.
No pesaron nada.
El lateral izquierdo Gerardo Arteaga tuvo un desempeño patético igualmente. Lo mismo que el segundo contención, Fernando Beltrán.
Edson Álvarez, de probado rendimiento, no sabía qué hacer, qué hoyo tapar…
Roberto Alvarado, de extraordinario rendimiento en la liga, no tuvo sino dos o tres acciones meritorias (una de ellas el disparo que estrelló en el travesaño)… Orbelín Pineda, el último de los titulares, no hizo nada tampoco de lo que un diez debe hacer.
¿Era necesario que te dieran una goleada tan humillante para darte cuenta de que al menos 9 de los 11 jugadores que pusiste de titulares no sirven, que no tienen nivel para estar en una Selección Nacional?
Estoy seguro que no era necesario y que lo único que se está poniendo en riesgo es un proyecto que busca ser realmente transformador.
