El dolor es inevitable: el sufrimiento es opcional. Siempre me pareció fundamental esa idea budista pero no la había relacionado con la dualidad mente-cuerpo hasta muy recientemente, gracias a la brillante exposición que una alumna hizo de su tema de tesis. Ser profesora de la UNAM es un privilegio.
Quizá el dolor sea en efecto algo presente en el cuerpo, mientras que el sufrimiento sea una especie de eco, de reminiscencia del dolor. Pero por otro lado es claro que el dolor puede ser tanto corporal como mental y esa idea nos coloca ante el a veces insuperable dualismo mente-cuerpo. ¿Se puede evitar ese dualismo? Nuestro lenguaje mismo nos advierte sobre las enfermedades psicosomáticas, pero ¿hay algo en nosotros que no sea psicosomático?
Somos psique encarnada, decía Sócrates. Somos logos encarnado: lenguaje encarnado. Pero esto es relativo porque todos los animales son lenguaje encarnado: que no podamos comprenderlo no implica que no tengan lenguaje. Pero el dualismo continúa, psique y soma, mente y cuerpo. Como si por un lado estuvieran nuestros huesos, nuestros músculos y órganos, como algo “material”, y por otro la mente, como algo inmaterial. Pero la mente también es materia, es cerebro.
Pareciera ser que afirmar que el cerebro es algo más que materia (es mente) nos haría pensadores “metafísicos” en el sentido peyorativo: creyentes en un algo que habita tras la “mera” materia. Quizá el único pensador que me ha convencido en torno a la disolución de este dualismo sea Baruch Spinoza.
Para este pensador judío de origen hispano no podemos conocer la totalidad porque no contamos con “las entendederas” para ello. Conocemos solamente dos aspectos de la totalidad, que son los que nos conforman: el mundo material y el mundo del pensamiento. Pero la totalidad se expresa de infinitas formas que, simplemente, son incognoscibles para nosotros. Al morir, la materia se transforma en materia y el pensamiento se une al pensamiento infinito de la totalidad, que él llama “Dios”. Por algo fue anatematizado Spinoza, el hombre más lúcido.
Spinoza apoyaría la idea de que el dolor puede ser corporal o psicológico y es inevitable, pero el sufrimiento es puramente psicológico y sí se puede evitar. El sufrimiento es la forma en que el dolor se refleja en la mente, y si conocemos los propios caminos mentales, podemos incidir en ellos para superar el sufrimiento. No todos los spinozistas estarían de acuerdo: es un debate abierto y el dualismo psique-soma lo es también.
Para nuestra fortuna, ni la filosofía ni la ciencia han logrado responder los enigmas más apasionantes de la vida, por ello podemos por eso continuar siendo, Camus dixit, un Sísifo feliz.