Recientemente un médico perteneciente a los testigos de Jehová me explicó las razones por las que se opone a realizar una transfusión sanguínea. Me parecieron absurdas, pero lo interesante es el problema que implica en el ámbito médico, la objeción de conciencia.
Esta práctica consiste en negarse a llevar a cabo una acción cuya legalidad ha sido aprobada por el Estado. Es bienvenida toda objeción de conciencia que se niegue a dañar a otros: ojalá cada soldado de cada guerra presentara una objeción de conciencia. Pero en el ámbito médico, la objeción de conciencia es bastante más compleja, pues implica negarse a llevar a cabo una acción que puede salvar la vida de una persona, que puede evitarle dolor o que puede negarle un derecho.
Hoy por hoy, cualquier persona que se decida a estudiar medicina, debe saber que se encontrará en situaciones en las que deberá practicar acciones con las que quizá no esté de acuerdo y reflexionar si aún así desea hacerlo. Si continúa y ya como médico, su conciencia no le permite llevar a cabo alguna acción, es necesario que tenga claridad en su argumentación y que ejerza su práctica con la misma claridad tanto para sí, como para sus pacientes.
De lo anterior se deriva un nuevo reto para el sistema de salud: si está dispuesto a aceptar la objeción de conciencia para casos como el aborto o la transfusión de sangre, debe de estar listo para no incluir médicos objetores de conciencia en las labores que requieran dichas prácticas. Es la única manera de garantizar a un paciente que no le sea negada la atención médica que requiere.
Lo anterior requeriría un censo de la población médica en el cual declaren abiertamente sus objeciones a prácticas concretas: un médico que objete el aborto no debe trabajar en una clínica que atiende estas prácticas; un médico que objete la muerte digna no deberá tratar con pacientes terminales, en fin: no podemos permitir que las convicciones personales de los galenos causen daño a los pacientes que buscan ayuda.
Es un tema difícil, pero ¿qué tema de la ética médica no lo es? Lo único que queda claro es que urge que toda escuela de medicina incluya en sus estudios el tratamiento filosófico, científico y sobre todo laico, de estos temas éticos.
Pobre México: tan cerca de la religión y tan lejos de Juárez…
Paulina Rivero Weber