Política

La otra tragedia colectiva

En el acto protocolario donde se dieron a conocer las responsabilidades del Centro de Documentación, Investigación y Prospectiva para la Seguridad, Justicia y Paz de la Anuies, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ministro Arturo Zaldívar, describió lo que él llama nuestra “tragedia colectiva” en los siguientes términos:

“Estamos en un país donde matan en promedio a 10 mujeres al día. Estamos en un país donde las mujeres y las niñas desaparecen y las matan con total impunidad, mientras la sociedad y las autoridades volteamos a otro lado. Esta es una realidad que no podemos seguir permitiendo. […] No podemos seguir viviendo en un país donde las mujeres pueden desaparecer y no pasa nada”.

Sin duda, es una tragedia colectiva porque, como dice el ministro, los hombres matan mujeres todos los días, simplemente “porque pueden y porque no pasa nada. Porque no hay consecuencias, porque los feminicidios no se investigan. Porque cuando se investigan, se investigan mal, y como se investigan mal las carpetas en las fiscalías, no se arman adecuadamente, y de ahí viene la impunidad con las resoluciones. Los asuntos que se judicializan son una minoría casi insignificante”.

La tragedia se vuelve un drama oscuro cuando es el mismísimo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien lo describe.

Y si los números dados por Zaldívar erizan la piel, los que tienen que ver con la negación del derecho a la alimentación, hacen del hambre otra de nuestras más vergonzosas tragedias colectivas. Me explico.

A decir de la FAO, cada 10 segundos muere un niño en el mundo por causas relacionadas con el hambre. Antes de la pandemia alrededor de 700 millones de personas padecían hambre crónica; para 2030 la cifra se elevará a 840 millones de personas, de las cuales aproximadamente 60 millones serán latinoamericanas.

Lo estúpidamente absurdo del asunto es que en México hay alimento suficiente para que nadie pase hambre. Tanto hay que nos damos el lujo de desperdiciar el 34% de lo que producimos. El problema es que no logramos evitar que el 23.5% de la población pueda escapar de la pobreza alimentaria.

¿Hay salidas? Varias. De éstas le hablaré en la siguiente entrega.

Pablo Ayala Enríquez
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