Los recién nacidos de hoy alcanzarán a vivir en promedio los 100 años.
Simultáneamente, la población menor a los 30 años productiva tiende a reducirse.
Para decirlo más claro, las expectativas mayores de sobrevida están incrementando la cantidad de personas mayores a los 65 años en el mundo.
Vivir más años parece atractivo a primera vista; pero tiene también sus lados oscuros; uno de ellos tiene que ver con los servicios médicos que se reciben al “llegar a viejo”.
Recuerdo que en mi formación como médico de Terapia Intensiva nos grabaron hasta la médula el dogma de ingreso de los pacientes a la unidad:
“El paciente tiene que estar grave y ser recuperable”; tarde o temprano me topé con paciente grave y recuperable; todo parecía estar bien para ingresarlo; pero, un “Pero” la edad del paciente era de 70 años; eso fue suficiente para que el Jefe de Servicio no me bajara de idiota, al momento del pase de visita; el paciente en cuestión fue dado de alta inmediatamente a piso; supongo que bajo el razonamiento que las camas de Terapia Intensiva deben de ser prioridad para el paciente Grave-Recuperable y Joven.
En esos años 80s, ni idea tenía de lo que se estaba gestando ni de la dimensión; sólo me sentí humillado.
Hoy las cosas han crecido como una bola de nieve rodando; al paciente de 65 años o más, se le postergan las consultas, y las recetas no se le surten como debe ser; cuando hay cirugías que hacer, se piensa dos veces antes de invertir el recurso institucional en el paciente longevo.
De hecho, en casos extremos, se le recomienda al enfermo o familiar que mejor se vayan a casa. Ser viejo ya de por sí es una desventaja; pero ser viejo y enfermo nos hará mucho más vulnerables.
Este tipo de Discriminación es más severa que la que sufre la comunidad Gay o LGTB o incluso la racial o color de piel.
Esto es lo que se le denomina: Edadismo; y en el sector salud es horrible vivirlo, verlo y practicarlo.
Las instituciones de gobierno y privadas no tienen programas para evitarlo.
En mi caso me estoy preparando para sufrirlo; de hecho ya lo sufrí; pero en otra área cuando llegue a la mesa de un restaurant y fui detectado solo después que se atendió a los jóvenes de las mesas de al lado.
En fin, para todas aquellas poblaciones que estamos en el otoño de nuestras vidas, creo que en este sentido nos espera un invierno muy duro y frio.
sinrez@yahoo.com.mx