Hace unos días el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dejó sin efectos una resolución del IEEM que ordenaba el retiro de diversas publicaciones de algunos actores políticos y periodistas en redes sociales, en las cuales cuestionaban la postulación de la Maestra Delfina Gómez como aspirante a la gubernatura del Estado de México, considerando el Instituto que dichos mensajes denigraban a la morenista e incurrían en posible violencia política de género, en lo que razonaron era una campaña mal intencionada en su perjuicio.
Al ser analizado el caso en el Tribunal se determina, este 1 de diciembre, que no existe violencia política de género, pues no la cuestionan o descalifican por el hecho de ser mujer, ni se reproducen estereotipos; sino se critica su desempeño en el tiempo que fue alcaldesa, se recuerdan los asuntos en los que se implicó y se cuestiona también al partido que intenta postularla, decisión que ahora piensa su partido impugnar.
En otro frente, a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, le ordenó recientemente el INE a publicar un texto en el que pide a sus simpatizantes se abstengan de influir en el proceso electoral 2023-2024 con la colocación de propaganda o campañas en redes sociales, un texto que especificó la mandataría, no era de su autoría, ni estaba de acuerdo, además de calificar de antidemocrático y conservador al árbitro electoral.
A la crítica se sumó el Presidente de la República, pese a que abundan bardas y mensajes en las cuales se menciona a la morenista como aspirante a la presidencia de la república a más de un año que inicie la contienda electoral, y ya apuntala a través de “espontáneos fans” su posicionamiento, por lo cual ha sido acusada de incurrir en posibles actos anticipados de campaña.
Siendo estos dos casos de lo más reciente, nos llevan a analizar que prácticamente todos los partidos políticos y los personajes con aspiraciones políticas están desarrollando acciones que rozan los límites de la legalidad, con tal de hacerse presentes y reforzar algunos mensajes con expresiones calculadas y formatos diversos en los que salen al paso de los potenciales electores, y aún sabiendo que pueden incurrir en alguna infracción, están dispuestos a enfrentar quejas lo mismo que a quejarse y después victimizarse de censura o excesiva tolerancia según se ofrezca en el momento, poniendo en entredicho si es necesario, la labor del árbitro electoral, de los tribunales o de quien se aparezca.
Ojalá no nos dejemos confundir. Quien sabe las reglas de juego muchas veces tratará de usarlas para sacar ventaja. No nos precipitemos lapidando al árbitro.
Oscar Glenn
@OscarGlenn