Las mujeres nos hemos dado cuenta ya del fiasco de criar como un sistema escalonado de requisitos para el éxito.
Sabemos de la esclavitud de los cuidados que nos impone el sistema y de cómo se anula e ignora la norma biológica que nos brindaría placer al criar y existir criando, mientras ejercemos otros roles satisfactorios en comunidad.
La norma biológica es aquello para lo que los seres humanos hemos perfeccionado siglos de evolución: la lógica natural que sostiene el cuerpo y la preservación de la especie.
La lactancia, el colecho, la crianza en comunidad, el porteo del bebé, el cuidado colectivo en el postparto, la vejez y la enfermedad, son estrategias que los seres humanos desarrollaron a través de la evolución y la formación de tribus y aldeas.
Entonces, con el feudalismo, la guerra y el despojo del poder femenino por la fuerza y la instauración del patriarcado y el capitalismo, desplazaron a las mujeres de un papel naturalmente nutricio, equilibrado y justo, que protegía la salud física y emocional, hacia un papel meramente esclavo en el que la mujer paría y criaba en solitario, en el que el bebé lloraba todas las noches en solitario, era alimentado por leches de otros mamíferos mientras la madre biológica lactaba hijos privilegiados de otras y la niñez era percibida como menos valiosa que la animalidad, que sí podía jalar carros y crear riqueza.
Heredamos todo esto transformándolo y enviando mujeres a las fábricas para evitar la muerte por hambre, privando a los hijos del calor y la leche materna; cargando culpa y cerebros inundados de cortisol y adrenalina, llenando de expectativas imposibles de cumplir las redes sociales, creando vacíos de contacto en todos los niños que nacen al mundo que cuida la desconexión como fuente principal de riqueza capitalista.
¿Cómo nos defendemos las mujeres de este sistema tan cuidadosamente diseñado para esclavizarnos, para que nuestros hijos crezcan sin contacto, para odiarnos a nosotras mismas, para desmoronarnos física y mentalmente?
Personalmente no he encontrado la respuesta, lo único que creo saber es que al sistema se le detona desde adentro, usando sus mismas herramientas y por eso tenemos la autodefensa económica fuera de sus sistemas opresivos, por eso nos reunimos para criar, por eso organizamos rifas, tandas, ollas colectivas, por eso nos organizamos para cuidar a la vecina que se quedó sola con sus hijos, por eso colgamos tendederos de deudores, por eso hemos dejado de creer que la rabia envenena.
Yo les digo, hermanas, que la rabia nos mantiene de pie, en medio de las llamas que quisieron quemarnos, de las maquilas que quisieron adormecernos, de los hombres cuyos puños quisieron aniquilarnos, de las leyes que quieren callarnos.
La rabia nos sostiene y nos ayuda a seguir avanzando desde dentro del estómago del monstruo, a paso firme, hasta hacer que explote en mil pedazos.