Que enamorarse es una ruleta rusa para las mujeres, dicen ahora en redes.
Pero yo recuerdo que siempre ha sido un campo de batalla del que inevitablemente salimos perdiendo. Desangrándonos, en pedazos o muertas.
Entrabamos antes con faldas largas, tacones discretos y ojos brillantes, llenas de esperanza.
Nos devolvían noches de horrores, sangrado y descubrimientos dolorosos “pensando en Inglaterra”.
Terminábamos después dejadas de lado, con niños en brazos brotando como hongos, siendo niñas nosotras mismas, todo en una rápida sucesión de no saber que ocurre, mientras el marido esperado, deseado y amado pierde el interés en otros cuerpos y saberes que nosotras no tuvimos el permiso de entender.
Lo malo de ser una mujer decente es que esperamos el premio de una boda como una casa dorada de protección y confort. Otro padre. Uno bueno, esta vez.
Lo malo de estar educada para ganarte el amor es que en todos los futuros posibles terminas muerta en vida.
Sepultada entre trastes sucios, trabajo extra que debería ser compartido, pero no sólo te esclaviza, sino que no se te agradece y el status quo te avisa que así es como debe ser.
Muerta como con una carrera muerta, una escuela trunca, un cuerpo que habitas con asco y desconsuelo.
Muerta sirviendo al otro para que se masturbe con tu cuerpo mientras tú solo te preguntas si así es como se siente el placer.
Muerta porque de tanto navegar los mares muertos de la soledad, la desesperación, la carencia y el amor al otro te descubres sola, desnuda y fría.
Y aun así agradeces que tu muerte sea ésta que te permita todavía sostener a tus hijos en brazos, porque es la muerte que te regala el hombre bueno, ése con el que te casas y que te engaña lo más discreto posible, y no muerta como las pobres que se permitieron desear mas y terminaron con un hombre malo, embolsadas en la cuneta, trozadas en el basurero, apuñaladas en sus camas, de rodillas tratando de recuperar a sus hijos, comiendo las sobras porque el mal hombre se ha llevado todo.
Muerta, saliendo del antro, del trabajo, de la escuela, de la cita de Tinder, porque desear está mal, creer que puedes ser más que otra muerta en el periódico está mal, y siempre quedarás muerta en esas tintas, muerta, no asesinada.
Muerta, muerta de verdad, porque la ruleta rusa realmente hace milenios que solo gira entre morirnos bien muertas por amar al hombre malo o morirnos a medias, como zombis, por amar al hombre bueno.
¿Qué ruleta rusa tan jodida cuando en ninguna versión te mantienes viva?
