Sociedad

Resurrección

  • Criando Consciencia
  • Resurrección
  • Nadja Alicia Milena Ramírez Muñoz

Que hoy es domingo de resurrección, dicen. Que hubo a quien mataron de maneras brutales, regodeándose en sus sufrimientos las multitudes, exhibiendo el poder que existe en lastimar al otro, en procesión, como espectáculo. 

Que ése alguien fue enterrado. Fue llorado. 

Y un domingo como hoy, se alzó desde dentro de la cueva y subió al cielo, purificándonos a todos.

Cada año, en honor a ese hombre y a su sacrificio ejemplar por los otros, el mundo se paraliza. 

Hay vacaciones en los estados laicos, no se come carne y se dramatiza la muerte y resurrección del salvador en una mezcla de tradiciones y religiones alrededor del mundo.

Me pregunto hoy, como mil veces antes, ¿Por qué es un sacrificio único el que se celebra, cuando son las mujeres quienes todos los días son sacrificadas por los otros, son puestas de ejemplo, con sus heridas expuestas, son exhibidas mientras sangran y, aun así, resucitan, no una vez, sino miles de veces durante su vida, una vez al día, cada mañana, al arrastrarse de la cama para enfrentarse a los demonios propios y colectivos?

Veo a Jesús en cada mujer del mundo que se levanta por la mañana a seguir luchando. 

Veo a una mártir involuntaria en cada madre que trabaja por amor, a conveniencia de los Estados y sistemas que la explotan y la anulan.

Veo la resurrección en cada mujer que denuncia a su violador, que le planta cara a su deudor, que señala a sus padres, sus hermanos, sus hijos y sus esposos y no les permite más tratarla como peso muerto.

También veo la “Pasión” cuando observo a las mujeres vendiendo por catálogo con desesperación en los ojos, cuando las veo gastando sus últimos pesos en un yogurt para sus hijos, cuando las veo desangrándose afuera de hospitales sin insumos para atender sus partos, cuando las veo sosteniendo el cuerpo desmembrado de su bebé, bajo las bombas de los hombres.

Las mujeres vivimos el viacrucis completo, de arriba a abajo, de derecha a izquierda, aquí y en China, en todos lados. 

Las mujeres estamos puestas de ejemplo en todo el mundo, mientras observan con morbo y regodeo cuando nos arrebatan a nuestros hijos porque hay leyes que lo permiten, mientras educan a sus hijos para silbarnos en la calle, mientras nos ven sangrar y sonríen frente a las pantallas de porno gratuito.

¿Cómo salirnos de ese papel que nos obligaron a tomar? ¿Cómo dejar de ser las salvadoras del mundo y empezar a rescatarnos a nosotras porque sí, porque ya es justo, porque también importa?

No somos Jesús, no realmente. Eso es una imposición obtenida en base a historias mal contadas.

Somos María Magdalena, heredera de la sabiduría de los templos de Isis. Somos Atenea, somos Kali, somos Cailleach, somos Hera, somos la Abuela Araña, somos Yemayá. 

Somos una Diosa por nuestro propio mérito, porque, ¿Quién tiene el poder de resucitar cada día, al alba? ¿Quién si no nosotras?

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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