Hoy debe anunciarse quién será la persona galardonada con el Nobel de Literatura. Una mexicana, concretamente una tamaulipeca, se sitúa entre las favoritas. Se trata de Cristina Rivera Garza, quien apenas el año pasado recibió el Pulitzer en la categoría de Memorias por su libro El invencible verano de Liliana.
Contrario a lo que pasa en otros ámbitos como pueden ser la Medicina o la Paz, es improbable que la categoría de Literatura sea otorgada a un trabajo en equipo. La tarea de escribir es tan personal, tan íntima, que difícilmente puede alcanzarse en colectivo.
Y pocas cosas pueden ser más individuales que el relato del dolor por la pérdida de un ser querido. Nadie puede vivir el duelo de alguien más. Pero Cristina Rivera Garza ha sabido con gran maestría contar su propia rabia y dolor, al tiempo que retrata, como un eco de su sufrimiento, el de familia y amigos de Liliana, su joven hermana que en 1990 fue víctima de feminicidio. Y lo cuenta todo de una forma bella. La descripción de la familia yendo al panteón a visitar la tumba muestra de forma casi palpable la eterna lucha por no olvidar, por no normalizar, por no permitir que la vida nos arrebate del recuerdo de quienes ya no están. La pena es tan permanente que su padre, de 84 años, todavía toma con ahínco el azadón para retirar las hierbas que, conforme pasa el tiempo, más rápido se apoderan de ese espacio. Una metáfora inigualable de cómo pesan los años cuando se quiere mantener vivo un recuerdo.
Y a pesar de ser tan íntimo, El invencible verano de Liliana es, hasta cierto punto, una coautoría. Hay fragmentos en que son las propias notas de Liliana las que constituyen el texto y Cristina adopta un rol más de reportera, investigadora, curadora, editora.
El invencible verano de Liliana no solo gana en los terrenos de la originalidad de la historia o la belleza de su narrativa. Gana en su carácter germinal, gana por ser una semilla de dolor que permite que la flor de la esperanza aparezca. Esperamos que el invierno del México feminicida guarde dentro de sí un invencible verano de paz y seguridad para las mujeres. Y que la obra de Cristina sea fecunda para ello.
