El miércoles 14 de mayo se registró un accidente en la supercarretera Cuacnopalan-Oaxaca a la altura del kilómetro 28, donde uno de los vehículos implicados salió de la vialidad y se incendió. Los primeros reportes hablaban de ocho personas fallecidas, pero conforme avanzó el día la cifra de víctimas mortales fue aumentando.
Ya más tarde y casi entrando la madrugada del jueves, eran al menos 21 muertos y más de 20 lesionados, siendo uno de los incidentes más trágicos en la historia de Tehuacán. A través de mi compañero Andrés Lobato me enteré que del total, al menos nueve eran maestros, y dos elementos del Ejército.
Para el jueves 15 de mayo Día del Maestro, se dio a conocer de manera oficial la lista completa de los fallecidos y el gobernador Alejandro Armenta acusaba a los funcionarios del pasado de haber otorgado concesiones de la muerte, así lo dijo, donde se sospecha además de corrupción porque en ese tramo han ocurrido muchos accidentes.
Pero además de la mala planeación de la llamada supercarretera, el percance tiene qué ver con la falta de capacitación de los conductores de las llamadas urbans donde transportan a decenas de pasajeros, muchos de ellos sin terminales establecidas, ni boletos, y utilizando permisos de servicios turísticos.
Esta alternativa se ha convertido en una salida fácil y común para los ciudadanos que por necesidad o economía, optan por este tipo de servicio. Sin embargo, detrás de su aparente eficiencia y bajo costo, se esconde una realidad: la mayoría de estas unidades circulan sin seguro de pasajero, que en caso de accidente, las víctimas no tienen ninguna garantía de atención médica ni posibilidad de indemnización.
Como muestra un botón. Afuera de la plaza Los Gallos, a un costado de la CAPU hay camionetas tipo Van, o autobuses modificados o incluso autos particulares adaptados para el servicio de transporte público que no cumplen con las reglas de operación para hasta la CdMx.
Hay otras que recogen pasaje en calles, avenidas, gasolineras o paraderos improvisados, poniendo en riesgo a los pasajeros y transportan a la gente en la mayoría de los casos sin el seguro de viajero.
Entiendo que son menos costosas que las líneas de transporte que salen de las centrales camioneras, pero tampoco es garantía de que los conductores estén preparados, y mucho menos cuentan con la seguridad establecida en la Ley de Transporte del Estado de Puebla.
Espero que a raíz de estos lamentables hechos, la autoridad y, específicamente la señora Silvia Tanús entre en acción y los meta en cintura porque de lo contrario seguiremos lamentando este tipo de tragedias en las carreteras de la entidad.