Si bien la autoridad está obligada a garantizar la seguridad de los ciudadanos, y a decir verdad muchas veces ha fallado, la protección del patrimonio y de nuestra integridad física es una responsabilidad compartida.
Como sociedad debemos entender que los tiempos han cambiado. Las bandas criminales cada vez tienen mayor poder debido a que el Estado (entiéndase gobierno en sus diferentes instancias), sin importar colores o partidos, las han dejado crecer y ahora actúan impunemente.
Por eso vemos cada vez más asaltos en centros comerciales como los ocurridos recientemente en Plaza Dorada y en el estacionamiento de Solesta, donde los delincuentes entran como Pedro por su casa y salen con la misma facilidad una vez que cometen sus atracos.
No se trata de culpar a nadie en particular, pero hechos como los mencionados han ocurrido por toda la zona metropolitana, y eso pone evidencia que hace falta una mejor coordinación entre las corporaciones policiacas.
También habría que señalar a los propietarios de esos espacios comerciales, quienes deberían tener claro que la seguridad es una prioridad en estos tiempos, y necesitan invertir para cuidar la integridad de sus empleados y clientes.
Es urgente implementar mejores sistemas de videovigilancia, y tener personal cada vez más capacitado, así como establecer protocolos para actuar de manera expedita y coordinada con las corporaciones policiacas cuando se presenten este tipo de situaciones que lamentablemente han cobrado la vida de personas inocentes.
Estamos ante una evidente descomposición social, donde escuchar música bélica se ha normalizado, como también es cada vez más común que los jóvenes ingresen al mundo de las drogas a más corta edad, y para ello necesitas ganar dinero fácil... es un círculo vicioso del que difícilmente podremos salir.
Por eso debemos hacer uso de las herramientas al alcance para protegernos, y sobre todo actuar con la prudencia que ameritan los tiempos actuales. En Colombia durante la época más complicada del terrorismo y la violencia en las calles los ciudadanos apostaron por la autoprotección.
Los expertos de aquel país recomendaban a la gente cuidarse de no acudir a lugares y horas difíciles, pero además no hacer ostentación de relojes y accesorios de valor que son miel para esos mendigos malandrines.
Y algo muy importante, no oponer resistencia. Entiendo que a uno le duelen sus cosas porque nos cuestan como los automóviles o prendas personales, pero nada es más valioso que nuestra propia vida. Sin duda no deberíamos estar dando estas recomendaciones pero debemos partir de una cruda realidad que luce imposible de cambiar.