Donald Trump asume hoy como presidente de los Estados Unidos y no debemos de perder de vista que detrás de sus amenazas, hay un discurso populista que lo único que busca es consolidar su triunfo y popularidad, le dice a los norteamericanos (radicales y enardecidos) lo que quieren oír y explota el discurso de odio hacia todo lo externo ensalzando el nacionalismo que sus seguidores le alaban.
No quiero decir que no tenga el poder para cumplir muchas de sus amenazas como la expulsión de 11 millones de indocumentados, de ellos aproximadamente 4 millones son mexicanos, pero hay una gran cantidad de limitantes que le impedirán cumplir su promesa. El primero de ellos es el costo que implicaría para el gobierno una deportación masiva, el horno no está para bollos pues los recursos para operar la nación más poderosa del orbe no son esencialmente abundantes.
Hay que recordar que el déficit presupuestario de Estados Unidos aumentó a 6.4% del PIB en 2024, frente al 6.2% de 2023, con ingresos fiscales adicionales que no compensan el aumento de los costos del servicio de la deuda durante un periodo de tasas de interés elevadas según el departamento del tesoro. El déficit es el tercero más elevado en la historia de Estados Unidos después de los de 2020 y 2021 debido a la crisis del coronavirus.
El segundo aspecto es que como buen político promete pero no cumple o lo hace a medias, pues su verdadero interés no está en el beneficio de las mayorías sino en el impacto que el poder le da para mantener sus negocios y a la clase política que lo sigue. Podrá criticar el actuar de los mandatarios de los países al sur de su frontera pero al final sigue el mismo camino.
Para muestra está el ejemplo de la amenaza que México pagaría el muro fronterizo y al final no sucedió, que lo terminaría en su mandato anterior, tampoco sucedió, que gravará con impuestos las importaciones de acero desde nuestro país, no sucedió, pero la turba le aplaude cada que asume una posición radical.
Además se ha caracterizado por no necesariamente buscar lo que anuncia, al final sus exigencias y discursos ramplones primero terminan desviando la atención de los procesos penales en su contra, nadie habla de ellos y segundo el fin de esto no es necesariamente lo que pide, ahí está el caso de la anexión de Canadá, al final lo que buscaba era la caída de Trudeau y nada más.
No hay nada peor que tener un vecino errático… aquí de nada vale el dicho de más vale viejo conocido.
